Cataluña tiene una historia plagada de guerras. La última fue la Guerra Civil en el que la comunidad autónoma tuvo un papel más que destacado. Son famosas la batalla de Barcelona y del Ebro, donde varios menores salieron a combatir para defender la República y murieron.

Más lejos de allí, en las montañas del Pirineo catalán también se destacaron varias divisiones. Unas de las más crueles fueron las del frente del Pallars. En esta zona la lucha entre el bando franquista y el republicano fue particularmente cruda y se levantaron varios puntos de defensa.

La trinchera más larga

De esa época, de hecho, quedan las que se consideran las mayores trincheras de la Guerra Civil que todavía están en pie. Se trata de las trincheras de Vilanoveta, una estructura de hormigón de poco más de un metro y medio de altura, con paredes hundidas a ambos lados, sorprendentemente bien conservadas

Con una longitud aproximada de un centenar de metros, se dice que estas trincheras son posiblemente las mejor preservadas del Frente del Pallars y quizás de toda Cataluña. Y, además, se puede pasear por ellas.

Dónde está

A lo largo de esta trinchera se pueden ver las ruinas de varias casamatas o nidos de ametralladoras, con sus visores aún presentes, aunque sin los techos originales. Todavía da respeto penar que allí hubo gente jugándose la vida.

A pesar de estar en medio del bosque, el punto era más que crucial. Desde estas posiciones, era posible controlar la parte baja del valle de Carreu y el pantano de Sant Antoni. Las tropas franquistas mantenían contacto visual con los acantilados de Pessonada, donde también había otras posiciones defensivas.

Ruta a las trincheras

Durante la primavera y el verano de 1938, esta zona fue testigo de importantes combates. Las tropas republicanas, mal equipadas y con jóvenes reclutas de la "quinta del biberón", lanzaron una ofensiva para frenar el avance de los militares franquistas que ganaban terreno desde el oeste tras la caída del Frente de Aragón

A pesar de la crueldad de los enfrentamientos y las significativas pérdidas de vidas, las posiciones se mantuvieron estables por un tiempo. Tanto es así que a día de hoy todavía se conservan buena parte de ellas y algunos búnkeres.

Para visitar estas históricas trincheras, es necesario dirigirse a Aramunt, un pequeño núcleo con alrededor de 100 habitantes, situado al fondo del valle de Carreu, cerca de la desembocadura de este río en el pantano de Sant Antoni. Se llega por una carretera estrecha que parte de La Pobla de Segur y recorre unos 6 o 7 kilómetros a lo largo de la ribera izquierda del embalse. Este pintoresco pueblo está rodeado de campos de cereales, situados en las planicies entre los grandes acantilados que cierran el valle.

Desde Aramunt, se toma una pista de tierra que se dirige al nordeste hacia los acantilados de Pessonada. Esta pista asciende primero entre campos de cereales y luego, a medida que el terreno se vuelve más montañoso, entre terrazas de almendros y olivos, muchos de ellos abandonados. La pista, aunque pedregosa y con una pendiente moderada, ofrece un recorrido accesible hasta un collado entre el Tossal de Sant Pere y el serrat de Sant Esteve.

Trincheras de Vilanoveta

La pista de tierra desemboca en la carretera de acceso a Pessonada, un pequeño pueblo de unos cuarenta habitantes situado al pie de una gran muralla rocosa rojiza conocida como los acantilados de Pessonada. Cruzando el pueblo de norte a sur, se desciende por una pista pedregosa hacia la parte baja del valle de Carreu, llegando finalmente al despoblado de Vilanoveta.

A partir de aquí, un antiguo núcleo disperso ahora abandonado, se pueden contemplar las ruinas de la iglesia románica de Sant Martí, de la cual solo quedan las paredes exteriores y el campanario. Una única casa en pie permite ver cómo eran las viviendas de la época, con camas y otros enseres aún presentes.

Desde aquí, una pista menos evidente cruza una extensa zona de cultivos en la parte más baja del valle, dirigiéndose hacia las trincheras. Este camino recorre campos de cultivo, siempre con la sierra de Pessonada a la espalda y la montaña de Sant Corneli frente a los caminantes. Finalmente, la pista lleva a la base de un pequeño cerro donde se encuentran las trincheras.

En cualquier caso, un aviso para aquellos que quieran ir. Visitar estos muros de piedra es una experiencia histórica impactante. Estas estructuras, bien conservadas, ofrecen un recordatorio tangible de uno de los periodos más oscuros del pasado reciente de España. A pesar de la dificultad para evitar alguna que otra escalofriante sensación al imaginarse la vida de los combatientes en este entorno, la visita es un homenaje necesario a la memoria y a la historia.

Cómo llegar

Para ir al inicio de esta ruta, se ha de llegar hasta Aramunt. El municipio se encuentra a hora y media de Lleida por la C-12 o la C-13. Se ha de llegar hasta el desvío de la N-260 hacia La Pobla de Segur y antes de llegar allí desviarse hacia Pessonada y parar en Aramunt.

Se tiene que hacer lo mismo si se viene desde Barcelona, pero el viaje ya es de dos horas y 45 minutos. Se arranca por la A-2 hasta Cervera, allí se toma la salida hacia Agramunt, de allí la C-14 hasta Tremp y se sigue hasta La Pobla de Segur. Un viaje largo, pero necesario para conocer la historia del país.

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