Que el cine está en horas bajas no es una novedad. La llegada de las plataformas y la pandemia han supuesto un duro golpe para las salas que cierran a cuenta gotas y de manera escalonada dejando un panorama desolador para los amantes del séptimo.
A esto se le suma otra preocupación político-social. La pirámide poblacional está cada vez más invertida. El porcentaje de personas de la tercera edad dobla casi a los de niños y jóvenes, de allí que el mercado inmobiliario se centre en hacer residencias para ellos.
Un cambio radical
De esta combinación extraña ha salido una residencia para personas mayores de película. Una empresa dedicada a prestar estos servicios se ha hecho con los antiguos cines Capri de la Zona Franca para reconvertirlos en un geriátrico.
Para los que no lo recuerden, estas salas de cine, que fueron el refugio lúdico-cultural muchos trabajadores, ahora lo va a ser de otros. De aquellos que se puedan pagar el alojamiento y atención de una residencia de titularidad privada.
El cine de la Seat
Ubicado en la Zona Franca de Barcelona, en lo que ahora se conoce como La Marina del Port, este edificio permanecía sin uso desde finales de los 70. Previamente, desde los años 50 este cine fue el centro de reunión y distracción de los trabajadores de la antigua fábrica Seat situada en ese barrio de la capital catalana.
Los operarios salían de trabajar y, para evadirse, despreocuparse o disfrutar de su afición a las películas, iban directos a los cines Capri para viajar a los mundos de película que allí se proyectaban. Unos mundos que cada vez parecen más olvidados, como el de los trabajadores de esa zona.
Misma cara, otro uso
El edificio, en cambio, se mantenía en pie desde entonces. Dejado, sin que nadie le prestara atención. Ahora, después de que la empresa La Vostra Llar consiguiera los permisos para instalar allí su nueva residencia, no queda apenas nada de ese templo cultural obrero.
Los nuevos propietarios empezaron las labores de demolición el pasado mes de septiembre. Pero hay algo que no echaron abajo. La fachada de los cines Capri se va a mantener intacta, tal vez con nuevos colores, reforzada, pero con una estética muy parecida. El interior, en cambio, será muy distinto.
Residencia de la tercera edad
La empresa que se ha adjudicado el terreno promete alzar una residencia de 2.700 metros cuadrados. El equipamiento va a ofrecer 75 plazas residenciales y otras 15 extra para el centro de día.
Para que las personas residentes gocen de un espacio acogedor, el diseño presentado ofrece unos interiores de materiales cálidos, habitaciones y estancias espaciosas, un salón de lectura y hasta un gimnasio. También va a haber un jardín interior, terrazas e incluso un huerto urbano, sin olvidar la zona de cocina, salas de lectura y espacios de salud.
Polémica titularidad
La residencia cae como agua de mayo en un barrio como la Marina del Port. Además, el hecho de que se conserve de alguna manera parte de la construcción original, aunque sea sólo la fachada, ayuda a preservar la memoria industrial de la zona.
El proyecto, en cualquier caso, ha causado polémica. Si bien la residencia es necesaria, los vecinos habían solicitado al ayuntamiento que fuera de carácter público.