Hay museos que destacan tanto por fuera como por dentro. Hay casos muy claros. El Centro Pompidou de París, el Guggenheim de Bilbao o, más cercano, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) que tanto ha aparecido en los anuncios.

Museu d'Art de Girona BARCELONA FILM COMISSION

Algo más discreto, pero no por ello menos bonito, es el lugar donde se aloja el Museo de Arte de Girona. Ubicado en el corazón de la ciudad, este espacio cultural se encuentra en un edificio histórico que ha sido desde residencia real a prisión.

Así es el amplío espacio dedicado al arte 

Con una superficie de 4000 m², este emblemático lugar no solo destaca por su arquitectura impresionante, sino también por albergar una de las colecciones de arte más ricas de Cataluña, haciendo de él un destino ineludible para los amantes del arte y la historia.

La transformación del Palacio Episcopal en el Museo de Arte de Girona es el resultado de una colaboración singular entre la Diputación de Girona y el obispado de Girona en 1976, fusionando las colecciones del Museo Diocesano y del Museo Provincial de Antigüedades y Bellas Artes. Este último, creado en 1846 para preservar obras artísticas y arqueológicas significativas, encontró su primer hogar en el monasterio de Sant Pere de Galligans, mientras que el Museo Diocesano, fundado casi un siglo después, inicialmente exhibió sus tesoros en el Palacio Episcopal.

Bajo la gestión del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya desde 1992, el museo ha continuado expandiendo su colección, que hoy cuenta con más de 13.753 obras catalogadas. Este vasto repertorio incluye desde piezas fundamentales del patrimonio artístico y arqueológico de Girona hasta obras depositadas por el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), como el icónico cuadro El gran día de Girona.

Pero si el interior alberga grandes obras de arte, el continente en sí también tienen un gran valor. El mismo Palacio Episcopal, por sí mismo, es un testimonio vivo de la historia de la ciudad.

Para quién era residencia: obispos y reyes 

Con sus orígenes documentados desde el año 988, ha visto transformaciones significativas desde el episcopado de Guillermo de Peratallada en el siglo XII, pasando por ampliaciones renacentistas en el siglo XVI, hasta su restauración post-sitios napoleónicos.

Museu d'Art de Girona

Cada rincón del palacio cuenta una historia, desde las galerías con arcos de medio punto hasta el Salón del Trono adornado con el escudo de Carlos V, evocando los días en que reyes y obispos caminaban por sus salas. Claro que también tiene una parte mucho más oscura.

¿Por qué es una prisión especial?

El palacio no solo fue testigo de la grandeza, sino también de la controversia. El Tribunal Eclesiástico tuvo su sede allí. Entre sus paredes se juzgaba a clérigos por diversos delitos, confinándolos en una prisión.

Eso sí, prisión, ni por sus presos ni por sus formas. A diferencia de las mazmorras típicas, ofrecía vistas amplias de la ciudad y hasta contaba con una chimenea para el confort de los reclusos. Este espacio conserva aún inscripciones dejadas por los prisioneros, narrando sus vivencias entre sus muros.

Esta es la transformación: de cárcel a museo 

Esa etapa, por suerte, pasó y, volvió a ser residencia episcopal hasta 1973. Incluso pudo sobrevivir a la Guerra Civil. Llegada la democracia, ya en 1991, el palacio inició una nueva fase como Museo de Arte de Girona.

Para poder reconvertirlo fue necesario un extenso proceso de remodelación y acondicionamiento, pero valió la pena. Hoy, este recinto, que una vez sirvió de prisión y residencia real, invita a explorar su impresionante colección artística y a sumergirse en las profundidades de la historia gerundense. El museo no solo es un testigo del pasado, sino un vibrante centro cultural que celebra el rico patrimonio artístico de Cataluña.

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