Hay castillos que tienen un imán especial. Tal vez no son los más conocidos, grandes o demás, pero sí causan impacto. Esto es lo que sucede cuando a uno se acerca a Guimerà (Lleida) y observa su fortaleza.
Enclavado en lo alto de este pueblo medieval se alza majestuoso el imponente edificio que transporta a sus visitantes a una época de caballeros y damas, de batallas y estrategias militares. Claro que el entorno también ayuda.
Un pueblo de otra época
Las casas de Guimerà se erigen por la ladera de un monte que está coronado por el famoso castillo. A simple vista uno puede pensar que es un pueblo anclado en otra época. Al adentrarse por su entramado de calles, uno siente que ha viajado en el tiempo.
Para entrar a este pueblo de 270 habitantes, debe cruzarse el puente que pasa por encima del río Corb. Desde allí, una de las mejores opciones para conocer sus encantos es perderse por sus calles del casco antiguo.
Calles de otra época
Un buen inicio de esta pequeña ruta por el municipio es tomar las calles Jussà y Piques y empezar a pasar por debajo de los pasos elevados, cruzar sus galerías y disfrutar de estas casitas de piedras tan icónicas.
Si uno encuentra la calle Santa Tecla es recomendable tomarla. Allí, además de descubrir de una de las fuentes con más encanto del lugar, verá una placa conmemorativa de un momento histórico que vivieron sus vecinos. Allí está la marca de hasta donde llegó el agua en la riada de Santa Tecla, en 1874. Hasta 90 casas quedaron destruidas y murieron 35 personas.
Una torre especial
Y así, entre paseo y paseo por sus caminos de piedra e impregnados por el encanto de sus gentes y su arquitectura, uno debe alcanzar la Torre del Castillo. Este tesoro arquitectónico, guarda entre sus ruinas la historia de siglos de dominación y cambio de manos, convirtiéndose en un testigo silente del devenir de la región.
Los orígenes de esta fortaleza se remontan al siglo XI, cuando los cristianos durante la reconquista erigieron una torre de vigilancia de planta redonda, que con el tiempo se transformó en el castillo que conocemos hoy. Durante más de ocho siglos, el castillo albergó a los señores locales, siendo testigo de innumerables eventos históricos que marcaron el destino de la región.
La historia del castillo
Desde su primera mención en documentos históricos en el año 1038, el castillo de Guimerà ha pasado por diferentes manos, desde la familia Alemany de Cervelló hasta los duques de Hixar. Sus señores, denominados Barones de Guimerà, dejaron una huella imborrable en la historia de la fortaleza y del pueblo que la rodea.
Durante los siglos XIV y XVI, el castillo participó en diversos conflictos bélicos, siendo escenario de batallas que dejaron su estructura dañada. Sin embargo, fue durante la Primera Guerra Carlista en 1835 cuando el castillo sufrió los estragos más graves, quedando prácticamente destruido. No obstante, gracias a la excavación arqueológica llevada a cabo durante el último tercio del siglo XX, hoy en día es posible recorrer sus ruinas y revivir la grandeza de épocas pasadas.
Un mirador único
Acceder al castillo es sumergirse en viajar a otra Cataluña. Esta torre domina el paisaje circundante y ofrece impresionantes vistas de la región. En su interior, se pueden explorar las diferentes plataformas que antaño sirvieron como almacén, prisión y mirador estratégico. Asomarse desde la torre ofrece unas vistas impresionantes sobre Guimerà, el río Corb y el resto del valle.
En la base de la cruz de término, se encuentra el escudo de la familia de Felip Galceran de Castre-Pinós i de So, vizconde d'Evol y barón de Guimerà, recordando así la importancia de las familias nobles que una vez dominaron estas tierras.
Cómo llegar
Hoy en día, el castillo de Guimerà forma parte del rico patrimonio cultural de la Diputación de Lleida, atrayendo a visitantes de todas partes que desean sumergirse en la historia medieval de Cataluña. Una visita a este enclave histórico es un viaje inolvidable al pasado, donde la magia de la Edad Media cobra vida en cada piedra y cada rincón de esta impresionante fortaleza.
Llegar hasta allí no es del todo fácil. No hay una salida exacta en la autopista ni queda cerca de ninguna carretera nacional. Si uno va por la A-2 ha de coger la salida de Tàrrega y tomar la C-14 dirección Ciutadilla y antes de llegar desviarse por la T-241 dirección Vallfogona. A medio camino, se encuentra Guimerà.
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