El verano es la época del año en la que más proliferan las fiestas populares. Muchas de las fiestas más divertidas de España se celebran durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre. Cada pueblo, cada rincón de España, tiene su fiesta propia, esa en la que el espectáculo de fuego, música y color forma la banda sonora de pasacalles, representaciones teatrales, bailes y juegos pirotécnicos.

Con la llegada del buen tiempo, las calles se llenan de hogueras, petardos y de una energía vibrante que invita a pasárselo bien hasta altas horas de madrugada. Sin embargo, con la alegría también vienen ciertos riesgos, especialmente cuando se trata de niños y adolescentes que disfrutan de la pirotecnia.

Lesiones más habituales

La pasión por la pirotecnia y los petardos debe sin embargo tratarse con precaución. Quemaduras, amputaciones o lesiones auditivas y oculares aparecen entre las consecuencias más comunes de un uso no controlado o en manos inexpertas como las de los niños.

En esta época del año, el material pirotécnico pone la nota de luz y de color en las diferentes fiestas al aire libre; pero es imprescindible manejar con cuidado este material, ya que un mal uso puede causar accidentes de más o menos gravedad. Para que la celebración no se convierta en una tragedia, es fundamental tomar medidas de precaución y saber cómo actuar en caso de quemaduras.

Tipos de quemaduras

 Las quemaduras son uno de los accidentes más comunes durante estas celebraciones, como consecuencia de estar demasiado cerca de las hogueras o de la manipulación descuidada de petardos.

"Los niños y adolescentes son particularmente vulnerables a este tipo de accidentes ya que tienen menos destreza y habilidad, así como menor conciencia del peligro. Es fundamental recordarles que la seguridad es una prioridad", advierte el doctor Goran Ristic, jefe de Pediatría del Hospital El Pilar.

Las quemaduras se dividen en tres tipos según su gravedad. Las de primer grado son superficiales, aunque causan enrojecimiento de la piel y mucho dolor. Las de segundo grado son más profundas y se caracterizan por enrojecimiento, ampollas y un dolor significativo. Las de tercer grado afectan todas las capas de la piel, presentan un aspecto pálido y son extremadamente dolorosas. 

Cómo actuar ante una quemadura

Ante una quemadura, actuar rápidamente puede marcar la diferencia. En primer lugar, es primordial mantener la calma y alejar al niño de la fuente de calor para evitar más daños.

Posteriormente, se aconseja enfriar la zona afectada aplicando agua fría o tibia durante diez o quince minutos para frenar el calor y aliviar el dolor. “No es recomendable aplicar hielo sobre la quemadura porque podría retrasar la cicatrización", advierte el doctor Ristic. 

El siguiente paso sería cubrir las lesiones con gasas estériles o trapos limpios mojados con agua o suero fisiológico para evitar infecciones. “Es fundamental que la cobertura sea con elementos estériles o, en su defecto, bien limpios para evitar el riesgo de infección”, subraya el pediatra, quien insiste en que no hay que manipular las lesiones y hay que evitar retirar ampollas o ropa pegada a la piel para no empeorar la quemadura.

Al contrario de lo que se suele hacer,  no se deben aplicar productos caseros o cremas, ya que pueden aumentar el riesgo de infección y dificultar la valoración médica. “La aplicación de estos productos aumenta el riesgo de infección, es doloroso retirarlos y dificultan al personal sanitario poder valorar bien la quemadura", señala el especialista, que recomienda administrar analgésicos como paracetamol para controlar el dolor.

Cuidados médicos posteriores

Después de los primeros auxilios, es crucial que un profesional sanitario evalúe la quemadura. Si no es grave, el pediatra indicará cómo limpiarla y cuidarla en casa con ungüentos y vendajes adecuados. Sin embargo, se debe estar atento a signos de infección como aumento en el enrojecimiento, hinchazón, mal olor o secreción.

Si las quemaduras son de tercer grado, cubren el 10% o más del cuerpo, si afectan a la cara, manos, pies, genitales, articulaciones o que rodean completamente una parte del cuerpo o si el niño es tan pequeño que es difícil tratarlo en casa, puede ser necesario hospitalizar al paciente.

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