El restaurante de carretera que enamoró a Dalí

El restaurante de carretera que enamoró a Dalí CRÓNICA GLOBAL

Gastronomía

El restaurante de carretera que enamoró a Dalí: fuera de Cadaqués y con una carta fuera de lo común

El local está liderado por un chef formado en las cocinas de Carles Gaig y Nando Jubany

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Cuando se habla de Dalí uno piensa automáticamente en Cadaqués, luego se le viene a la cabeza Portlligat y Figueres, donde está su museo. Pero el pintor catalán se movió mucho por Cataluña. Tenía amigos en todos los rincones y, sobre todo, sabía donde ir.

De gustos sibaritas y actitud desvergonzada, el genio surrealista no se perdía un buen ágape y, si se tenía que desplazar, lo hacía. Fue así que descubrió un bar de carretera que lo enamoró.

Sí, en plena Carretera de La Bisbal, a la altura de Calonge, hay un edificio que, desde los años 60, forma parte de la memoria gastronómica y social de la Costa Brava gracias a Dalí y otras estrellas de Hollywood que por aquel entonces frecuentaban Cataluña.

El local era conocido por sus guisos que incluso se servían en verano. Aunque si alguien enamoraba era su cocinera, la Jovita. Tanto es así que ella daba y da nombre al local.

Dónde está

Entre quienes la conocieron, no solo se recuerda su cocina, sino su carácter afable. Tanto es así que su nombre sigue vivo en el pueblo: lo lleva una plaza y una de las figuras gigantes que salen en las fiestas locales.

Siendo un referente tan claro, Calonge no se podía permitir que la muerte de esta chef acabara suponiendo el fin de este restaurante y su espíritu. Eso pensó el chef barcelonés Esteve García Vilanova que, décadas después, ha recuperado el espacio, conservando su denominación histórica y añadiendo en una tipografía discreta su firma profesional. 

Terraza de La Jovita

Terraza de La Jovita

El cocinero tiene claro que, más allá de ofrecer sus mejores platos y crecer profesionalmente, no quiere dejar pasar la oportunidad de rendir homenaje a la mujer que dio fama al lugar. Así, el nuevo La Jovita promete buena comida mientras mantiene el vínculo con una tradición que forma parte de la identidad de Calonge.

Un chef con trayectoria internacional

Nacido en Barcelona en 1991, García Vilanova se formó en la escuela Sant Ignasi, con la que todavía mantiene lazos como docente. Entre sus maestros destaca David Beltrán, que le ha acompañado a lo largo de su carrera. Aquí alguien marcó profundamente su estilo fue Carles Gaig.

Con este chef aprendió y viajó por el mundo. Con él trabajó en Barcelona, Andorra y Singapur. Allí aprovechó para aprender recetas clásicas y técnicas exigentes, como la perdiz o la liebre “a la manera de Alcántara”.

Aprender de los mejores

También pasó por los fogones de Nandu Jubany en Andorra y, antes de dedicarse de lleno a la cocina, trabajó en la sala del restaurante Capritx de Artur Martínez, en Terrassa. Todos ellos han hecho de García Vilanova un cocinero marcado por la tradición y las ganas de innovar.

El chef afirma que su estilo es fruto de una doble herencia: por un lado, la influencia de Gaig y su cocina catalana de base clásica; por otro, las referencias francesas y las inspiraciones que obtiene de lecturas, viajes y degustaciones.

Qué comer en La Jovita

Eso se puede comprobar en La Jovita, donde el chef ofrece una carta que combina elaboraciones populares con propuestas más elaboradas. El menú incluye arroces, ensaladas, calamares a la romana y una alcachofa rellena de picada de almendras. 

Estos conviven con platos más complejos que pueden encargarse con antelación, como la langosta gratinada con salsa holandesa, elaborada con precisión para preservar la textura del marisco y realzar su sabor natural.

Otros ejemplos son la galantina, trabajada para lograr una textura uniforme y un sabor equilibrado, o el lenguado a la meunière. En esta receta, una pieza de más de un kilo se cocina combinando mantequilla y aceite de oliva virgen extra, con alcaparras y aceitunas, logrando un resultado armónico entre la grasa láctea y el toque salino. 

También figura en la carta el gamo Rossini “a su manera”, en el que el brioche, el foie micuit y la trufa se disponen en capas para aportar contraste de texturas y aromas.

Qué beber: más allá del vino

Para poder servir estos platos es fundamental está rodeado por un buen equipo. Y García Vilanova lo está. Ha dejado la gestión a Celine Wu, pareja del chef desde que se conocieron en Singapur. Ella se encarga de coordinar el servicio y de aconsejar a los clientes en la elección de vinos y tés.

La bodega destaca por la presencia de champanes de pequeños productores, por su singularidad y por la relación directa con proyectos vitivinícolas independientes.

Wu, originaria de China, también ha incorporado a la carta una selección personal de tés, escogidos por su calidad y procedencia. Estos pueden acompañar tanto a los platos salados como al momento del postre, y aportando a la carta una bebida a la que se le da poca importancia en los restaurantes catalanes.

Espacio de memoria

Por último, destacar el espacio. El local conserva su ubicación original en la carretera de La Bisbal, un emplazamiento que, en su día, facilitaba que viajeros y curiosos se detuvieran para comer. Su proximidad a las playas de la Costa Brava y a municipios como Palamós o Sant Antoni lo convierte en una parada accesible tanto para turistas como para residentes.

Aunque el interior ha sido adaptado a las necesidades actuales, se mantiene la atmósfera de un restaurante con historia. La recuperación del nombre y de la memoria de Jovita establece un puente entre el pasado y el presente. Aquí estuvieron Dalí y las estrellas del Hollywood de clásico y eso, junto al olor de los arroces, se respira al entrar.