"¿Con tomate?" Una inocente frase que puede marcar el futuro de numerosas tapas y bocadillo, así como su éxito. Y es que no todos los platos necesitan una gran elaboración para convertirse en mitos,y es el caso del pan con tomate.
Este plato catalán, se sirve siempre como acompañamiento. Es fiel amigo de los embutidos y el queso, y pocas cosas echamos más de menos cuando nos desplazamos a otros rincones de España.
Sin embargo, toda la península conoce este plato. En cualquier ciudad y pueblo español lo ofrecen. Tiene sus raíces en Cataluña, pero es una receta adoptada como propia, de todos. Lástima que se haga mal.
Generalizar es feo, pero la realidad es que en la mayoría de casos un plato tan típico y fácil de preparar como el pà amb tomaquet se hace mal fuera de la comunidad autónoma que lo vio nacer. O al menos, que hizo de él su seña de identidad, porque hay dudas de su procedencia. Pero este no es el caso.
No lo saben hacer bien
Lo cierto es que el pan con tomate es casi la única manera de concebir este alimento tan básico en Cataluña. Cualquier bocadillo que uno pida en una panadería o bar catalán ya viene untado con tomate, algo que no sucede en el resto del país. Claro que tal vez es porque no lo saben hacer. Sin acritud.
Cuando uno pasea por España puede ver el pan con tomate servido de formas muy diversas. Como cada maestrillo tiene su librillo, uno puede encontrarse que ponen una cucharada de tomate triturado de bote sobre la rebanada de pan o incluso tomate cortado a pequeños dados incluso con añadidos como una picada de perejil e incluso cebolla.
Lo comemos con cualquier cosa
Todas estas variedades o variaciones del pan con tomate no hacen otra cosa que irritar a los catalanes. Habituados a hacérselo ellos solos en su propia casa de una forma mucho más simple no entienden que para el resto de España les sea tan difícil de hacer esta receta. Nombre que casi no merece porque no hay que cocinar nada.
La elaboración de este manjar, a pesar de su aparente simplicidad, parece encerrar secretos que solo los catalanes parecen tener en su haber. Pero vamos a darle un poco de mística al asunto ya que parece tan complicado.
El secreto d eun buen 'pa amb tomàquet'
En la preparación del pan con tomate, cada gesto cuenta, cada ingrediente desempeña un papel crucial. Y eso que sólo son tres: tomate, aceite y pan. Eso sí, no es cualquier pan ni cualquier tomate lo que se necesita para alcanzar la perfección del auténtico pà amb tomàquet.
El pà de pages o pan payés, de miga densa y corteza crujiente, tostado con esmero hasta alcanzar el punto justo de dorado, es la base sobre la que se construye esta delicia culinaria. Las rebanadas son de mayor tamaño, lo que permite aprovechar el máximo el tomate y darle una importancia al pan que da nombre al plato.
El tomate
La elección del tomate, preferiblemente de variedades como el tomate rama o de colgar, es igualmente fundamental. Estos tomates, con su sabor intenso y su baja acidez, son el complemento perfecto para el pan, aportando frescura y un toque de dulzura que armoniza con cada bocado.
Con estos dos ingredientes en nuestras manos, sólo hace falta tener a mano un buen aceite de oliva y ponerse manos a la obra. ¡Ah! Y quien quiera le puede añadir un punto de sal. Siempre que lo permita el médico.
El orden de los factores sí altera el producto
El proceso de preparación es un ritual que requiere paciencia y destreza. El pan tostado se frota con tomate cortado en mitades, dejando que la pulpa jugosa impregne cada poro y cada grieta del pan.
Una pizca de sal (si se puede y quiere), esparcida con cuidado sobre el pan, realza los sabores y completa la experiencia sensorial. Y como colofón, un chorrito de aceite de oliva virgen extra, la joya de la corona, que añade su aroma y suavidad al conjunto sin restar protagonismo al sabor natural del tomate.
Eso sí, si quieres hacer un pan con tomate "com cal", deberás seguir el siguiente orden:
- Tostar el pan
- Frotar un ajo
- Frotar la pulpa del tomate
- Poner la sal
- Echar un chorrito de aceite
La dificultad de lo sencillo
El resultado final es un festín para los sentidos: el crujir del pan, la explosión de sabor del tomate, la caricia del aceite de oliva en el paladar. Es un plato tan fácil de preparar que los catalanes pueden comerlo en cualquier momento del día, ya sea en el desayuno, como aperitivo o como merienda. Lo extraño es que más allá de Cataluña, y a pesar de incorporarlo, resulte tan complicado de realizarse en el resto de España.
El pà amb tomàquet es mucho más que un plato típico, es un símbolo de identidad, un reflejo de la riqueza culinaria y cultural de Cataluña, por eso, al verlo mal hecho irrita tanto a los catalanes. Que oye, que si esa es la intención, bien hecho está. Eso sí, si se quiere hacer bien, ya hemos dado todos los detalles de su elaboración.
¿De dónde viene el pan con tomate?
Aunque nos parezca una receta milenaria, los tomates no aparecieron en Cataluña hasta su llegada a la península en el s.XVIII, dado que procedían de América. Se tiene constancia del primer pan con tomate en escritos del 1884. Según la tesis de Nèstor Luján, recogida en Wikipedia, el pan con tomate se habría ideado en el mundo rural, en un momento de abundancia en las cosechas de tomate, para aprovecharlos y así ablandar el pan seco.