Oriol Junqueras, presidente de ERC
Los años pasan, los tiempos cambian, pero hay cosas que permanecen inalterables. Una de ellas es la desorientación política que siempre ha caracterizado a Oriol Junqueras. Después de haber llevado a Cataluña al desastre como uno de los más entusiastas impulsores del procés, las ocurrencias del presidente de ERC siguen, una década después, a la orden del día -indultos y amnistía mediante-
La última de ellas consiste en relacionar el auge de Aliança Catalana con una hipotética operación de "los servicios secretos españoles o de las togas" (sic) para debilitar al movimiento independentista. Una idea ciertamente estrambótica, pero que Junqueras ha propagado a los cuatro vientos en los últimos días.
En vez de hacer autocrítica, el líder de ERC incurre, de nuevo, en la misma falacia y error de siempre: eludir su propia responsabilidad y culpar a España de cualquier cosa.
Mejor harían Junqueras, ERC y el resto de formaciones secesionistas en proponer un proyecto político renovado, realista y alejado de su esencialismo. Y, de paso, en mirararse al espejo y preguntarse el por qué del auge de un partido como Aliança Catalana, del cual hace bien en desmarcarse y en criticarlo. Aunque, a fin y al cabo, Sílvia Orriols y los suyos no dejan de ser herederos del nacionalismo identitario y -en mayor o menor grado- excluyente que, desde los tiempos en que Jordi Pujol presidió la Generalitat, tanto predicamento ha tenido en Cataluña durante décadas. Un fenómeno que Junqueras no ha hecho más que alimentar hasta que, ahora, han aparecido nuevos espacios que van un paso más allá en su radicalidad. Parafraseando el dicho popular, de aquellos "España nos roba", estos lodos.