Björn Andrésen, de joven en 'Muerte en Venecia'

Björn Andrésen, de joven en 'Muerte en Venecia' Warner

Examen a los protagonistas

Björn Andrésen

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El chico más guapo del mundo

Nunca conoció a su padre y su madre, una gran depresiva, se suicidó cuando él tenía diez años. No parece la mejor manera de empezar una vida, pero es lo que le tocó al actor sueco Björn Andrésen, que sucumbió al cáncer hace unos días (Estocolmo, 1955–Södermalm, 2025), y al que todos recordamos por su papel en la película de Luchino Visconti Muerte en Venecia (1971), el del adolescente polaco del que se enamora perdidamente el alemán Von Aschenbach. Fue entonces cuando se ganó ese apelativo que lo acompañó toda la vida como una maldición: El chico más guapo del mundo.

Pese al aparente triunfo inicial, la vida del señor Andrésen no fue precisamente un sueño hecho realidad, como quedaba bien claro en el documental de Filmin The most beautiful boy in the world, dirigido por Kristina Landström y Kristian Petri. Su carrera cinematográfica transcurrió un poco a salto de mata, aunque la alternó con la musical. Yo me había olvidado de él hasta que lo vi en Midsommar (2019), la estupenda película de terror de Ari Aster (claramente inspirada en el clásico inglés de los 60 The wicker man), en la que se le veía envejecido y barbudo y con un cierto parecido a Robin Williamson, el fundador, junto a Mike Heron, del grupo de folk psicodélico de los años 60 The Incredible String Band. Antes de eso, se había dejado ver en largometrajes y series de televisión noruegos, mientras intentaba llevar una vida normal. Algo que no había podido hacer con Luchino Visconti, cuya fijación por él lo llevó a hacerle visitar clubs para homosexuales en los que nuestro hombre se encontraba francamente incómodo (los rumores sobre que era gay le sentaron como un tiro).

Pese a sus poco prometedores inicios como ser humano, Björn intentó formar una familia y lo consiguió, más o menos. Se casó y todo iba bien con su mujer hasta que su segundo hijo falleció de muerte súbita a los nueve meses de edad, momento en el que cayó en una fuerte y larga depresión, como las de su difunta madre.

Antes de eso, durante el auge de Tadzio, Andrésen se fugó al Japón (¿para perder de vista al rijoso don Luchino?), donde trabajó como modelo (fue fuente de inspiración para personajes de manga) y grabó un par de discos. Condenado, a su pesar, a ser recordado exclusivamente como el mancebo polaco que volvía definitivamente loco al personaje interpretado por Dirk Bogarde (otro que se lo llevaba a bares gay) en Muerte en Venecia, el hombre intentó fabricarse una carrera cinematográfica y fundar una familia, aunque ninguna de las dos cosas le salió especialmente bien.

A los 15 años, parecía tener una vida por delante y un futuro en el mundo del cine. Marcado desde la infancia por un padre desconocido y una madre suicida (lo criaron sus abuelos), con la adolescencia destruida por Visconti (del que acabó echando pestes), melancólico y depresivo y con la vida mostrando cierta tendencia a cebarse con él, Björn Andrésen murió a los 70 años sin conseguir evitar que su nombre nos condujera invariablemente a ese objeto de deseo que fue el Tadzio de Thomas Mann y, sobre todo, de Luchino Visconti.