Hulk Hogan

Hulk Hogan

Examen a los protagonistas

Hulk Hogan

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Tanto ejercicio, ¿para qué?

Ante la repentina muerte de Hulk Hogan (1953 – 2025) a causa de un infarto y a la temprana edad de 71 años, mucha gente en las redes sociales se ha preguntado de qué le sirvió al héroe de la lucha libre hacer tanto ejercicio para acabar diñándola más joven que Ozzy Osbourne, que reventó a los 76 años tras una vida de excesos.

Por no hablar de que Ozzy, a su manera, tenía cierta gracia, mientras que a Hulk no se la vi nunca. De hecho, debería seguir ese consejo anglosajón que dice que, si no tienes nada bueno que decir de alguien, más vale que no digas nada, pero esta semana andaba corto de personajes lamentables (¡otras veces me sobran!) y, además, así voy entrenando para cuando la palme Jordi Pujol (que fue, en cierta medida, el Hulk Hogan de la Cataluña catalana).

Hay personajes cuyo simple aspecto me previene en su contra. Me ha ocurrido con gente tan variopinta como John Wayne, Chuck Norris, José María Aznar o Pilar Rahola. Es verlos y darme un aire. Lo cual me obliga a cambiar de canal en cuanto se cuelan en la pantalla de mi televisor. Con Hulk Hogan me pasa lo mismo. Hay algo en su aspecto, en ese look mierder, que siempre me ha sacado de quicio. Será la pinta de gañán del Midwest, o ese pelo de color panocha (y yo diría que teñido), o el bigote… Sí, puede que sea ese bigotón a lo Village People, pero en versión heterosexual…

Y si no, será su costumbre de hablar a gritos. O su natural racista, que le llevó a ser expulsado de la WWE en 2015. O sus maquinaciones para jorobar la carrera de luchadores más jóvenes para mantenerse más tiempo en el candelero. O su condición de fan número uno de Donald Trump (cuyo peinado es aún más infame que el suyo), cuyas burradas ha secundado sin dudarlo…

Tras su muerte, los malos recuerdos del sujeto se han impuesto a los buenos, ya que casi nadie ha seguido ese consejo de no decir nada de alguien si no se puede decir nada bueno. Lo cual me ha hecho recordar que el personaje siempre me resultó asaz cargante. Eso sí, fue famosísimo en su Estados Unidos natal y, afortunadamente, no tanto en el resto del mundo.

Grabó tres discos y apareció brevemente en largometrajes y series de televisión, monetizando su fama de buenazo y amigo de los niños, que no se compadecía mucho con la realidad.

En fin, descanse en paz. Pero si pretendía darnos ejemplo de las ventajas de una vida saludable, la verdad es que ha fracasado estrepitosamente. Ya ven cómo ha acabado el partido: Ozzy, 76 – Hulk, 71.