Ringo Starr

Ringo Starr

Examen a los protagonistas

Ringo Starr

El hombre tranquilo

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El señor Richard Starkey, en arte Ringo Starr (Liverpool, 1940) ha celebrado esta semana su cumpleaños número 85 hecho un potro y rodeado de familiares y amigos en la ciudad de Los Ángeles. Su compadre Paul McCartney le felicitó por video conferencia y acudieron al jolgorio amigotes, conocidos, músicos de ambos lados del Atlántico y, claro está, su mujer, la antigua chica Bond Barbara Bach (quien le ayudó hace años a quitarse de la bebida mientras se quitaba a sí misma). Como todos queremos a Ringo (hay que ser muy ruin para no tenerle aprecio, aunque sus contribuciones a la música no sean precisamente como para tirar cohetes), nos alegramos por él y
le deseamos que cumpla otros 85.

Es admirable su manera de atravesar la existencia y la fama, como si lo único que le bastara fuese actuar con naturalidad (título de uno de los temas que cantó para los Beatles). Claro ejemplo de la eficacia de saber estar en el lugar adecuado y en el momento justo, Ringo entró en los Beatles tras el cese de Pete Best y se quedó ahí dentro hasta que Lennon y McCartney decidieron que ya no se aguantaban mutuamente. Si de él dependiera, los Beatles aún estarían juntos y él continuaría aporreando los tambores con su alegría habitual.

Durante el tiempo que duraron los Fab Four, Ringo contribuyó el corpus musical del grupo con la friolera de tres canciones, pero se le permitió llevar la voz cantante en algunas más, generalmente, las más pachangueras o, si lo prefieren, desenfadadas, que las bordaba (recordemos Octopus´s garden, donde brillaba especialmente su voz desacomplejadamente cachazuda).

Cuando los Beatles se separaron, todos hicieron lo posible para que su primer disco en solitario fuese lo más parecido a una declaración de principios o un manifiesto. Menos Ringo, que en 1970 publicó Sentimental journey, una colección de versiones de deliciosas canciones del año de la pera que habían cantado sus padres en el pub o escuchado en casa al amor de la lumbre. ¡Ese es mi Ringo!

Después de eso, tuvo una carrera peculiar con algunos éxitos (It don´t come easy, You´re sixteen) y nunca dejó de actuar. Formó la Ringo Starr & his All Starr band (¡olé ese juego de palabras!), que ha girado por todo el mundo, y vio cómo su hijo Zak se convertía en el baterista de los Who (aunque lo
despidieron recientemente por motivos que nunca quedaron claros). Cada vez le cuesta más grabar, tal vez porque no tiene gran cosa que decir, pero acaba de publicar un disco estupendo de música country (I look up) producido y compuesto en casi su totalidad por el gran T. Bone Burnett: aunque se nota que el señor Burnett ha recurrido a temas que tenía en un cajón criando polvo y ácaros -hay hasta una canción que el propio T- Bone grabó años ha en un disco propio-, I look up ( en cuya portada aparece nuestros hombre luciendo un bonito sombrero) se escucha con sumo agrado, entre otros motivos porque se nota que Ringo se mueve por el country como Pedro por su casa: siempre le
gustó y ahora puede permitirse rendirle homenaje.

A Lennon lo asesinaron y a Harrison se lo llevó por delante un cáncer: si hay un Beatle que puede llegar a centenario, ese es el bueno de Ringo.