El presidente de CEOE, Antonio Garamendi

El presidente de CEOE, Antonio Garamendi Europa Press

Examen a los protagonistas

Antonio Garamendi

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Tras más de un año de proceso de OPA hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell, lo menos propicio para que esta maniobra concluya es tener prisas. Ésas que parecen haberle entrado ahora al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. Tristemente célebre por comentarios fuera de lugar o a destiempo, la aportación del líder de la gran patronal a la operación ha sido instar al Gobierno a tomar una decisión "ya", a la voz de “ar”.

Precipitación. Es precisamente lo que le sobraría a una operación que ha entrado en el terreno de lo inédito: la fase 3 del procedimiento de Competencia. Ésa en la que el Consejo de Ministros tiene la capacidad de pronunciarse sobre el caso analizado previamente por la CNMC (en esta ocasión,  la fusión entre los dos bancos en liza), hasta el punto de poder vetarla en su totalidad. 

Con independencia de las opiniones en torno a la idoneidad y conveniencia de esta transacción, nadie es capaz de negar que los efectos en el mercado financiero español serán más que notables en el caso de que la concentración se lleve finalmente a cabo. Para la oferta de servicios; para los particulares y, muy especialmente, para pymes y autónomos; para la cohesión territorial; para garantizar el acceso de servicios financieros a las zonas afectadas por la despoblación. Y, por descontado, para el empleo.

Cualquiera de estos elementos justificaría por sí mismo que el Consejo de Ministros se tome su tiempo, analice todos los factores en profundidad y apure el plazo de un mes contemplado por la normativa. Tampoco parece un periodo demasiado largo para lamentar la demora que sufrirá el procedimiento. Y menos si se tiene en cuenta la trascendencia de la decisión. 

No está en duda la buena intención de Garamendi, bajo el precepto de que alargar demasiado esta situación penaliza a ambas entidades. Pero tampoco la nula oportunidad del momento. Y, sobre todo, una sensación de frivolidad a la hora de afrontar asuntos tan importantes que no es compatible con la imagen de una organización con el peso y la transcendencia de la gran patronal.