
El hasta ahora presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, Jaume Padrós
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Es indiferente que la justicia determine si se cometió odio y acoso al directivo constitucionalista Álex Ramos, a la sazón vicepresidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), para despedirle como alto cargo del Colegio de Médico de Barcelona (COMB). Es indistinto, porque el daño a la reputación colegial ya está hecho. Y es, quizá, un daño irreparable.
La junta de Jaume Padrós (2014-2025) al frente del todopoderoso organismo colegial arrastró el influyente COMB al barro. Lo que debía ser una institución neutral que sentara cátedra en asuntos médicos y aconsejara al Govern de turno con opiniones fundamentadas, pasó a ser un altavoz más del nacionalismo catalán de derechas.
El Colegio mutó de estructura profesional para arropar a los 45.000 médicos catalanes en su práctica diaria a un frente más del procés independentista. Padrós arrastró el COMB hacia el Pacto Nacional por el Referéndum --adhesión que anuló la justicia--; a la huelga nacionalista del 3-O; a abrazar a los consellers cesados por el 155; a las protestas por la sentencia del procés o a la punta de lanza, como portavoz de los reos, de la brevísima huelga de hambre de los presos independentistas, entre muchas otras.
En otras palabras: el Colegio representó a unos médicos --los independentistas-- y no a todos, sea cual fuere su ideología.
Ahora, como coletazo a esa deriva absolutamente inusual para un organismo de colegiación obligatoria, ha estallado el caso Ramos. Se examinará si hubo asedio ideológico a un alto cargo de la entidad por el mero hecho de ser constitucionalista.
Por lo pronto, se sabe que el despido fue improcedente, aunque no se conoce cuánto costó. El COMB siempre lo ha ocultado. También se conoce que en el Colegio molestaba la militancia por la Constitución y el Estatuto de Ramos.
Lejos de abordar el asunto de forma natural y abierta, el COMB de Padrós ha obrado de forma sectaria y opaca. Ahora, la justicia determinará si se persiguió a un colega por cómo pensaba. Ese juicio caerá como una losa sobre la actual presidenta, Elvira Bisbe. Porque diga lo que diga a justicia, ya es tarde, pues la imagen de la institución sale está tocada.