
El secretario general de Junts, Jordi Turull, a su llegada para comparecer ante los medios de comunicación, en la sede de Junts
Los postconvergentes son inefables en su estupidez. Fijémonos en Jordi Turull (o Tururull), el mandamás de Junts y principal secuaz del fugado Carles Puigdemont. La Caixa decide volver a Cataluña (nunca debería haberse ido, creo que Isidro Fainé, que para algo controla los monises y tiene más poder que todos los separatistas juntos, tendría que haber llamado a capítulo a los sublevados y cantarles las cuarenta en vez de salir pitando, aunque ya sabemos que para la banca la pesetita, o el eurillo, es sagrada) y solo se le ocurre decir que se ha rectificado un error.
Perdona, Jordi (si me permites el tuteo), pero el error lo cometisteis tú y tus conmilitones con vuestra desafortunada idea de promover la independencia unilateral y montar el cirio que montasteis en el 2017.
Realmente, es curiosa la visión del mundo que comparten los separatistas. Los errores los cometen los demás, nunca ellos. Llevan años metiendo la pata y cometiendo errores garrafales, pero consideran que todas sus acciones son justas y necesarias. Se equivocaron hace ocho años y siguen en sus trece, pasando olímpicamente del hecho de que la independencia solo les interesa a ellos y pretenden imponérnosla a todos los demás.
En ello siguen. Y gracias a Pedro Sánchez, que los necesita para mantenerse atornillado al sillón, continúan con el prusés por otros métodos. Básicamente, el chantaje. Así han conseguido indultos, amnistías, concesiones políticas y todo tipo de rendiciones gubernamentales de dudosa constitucionalidad. La última, como todos sabemos, ha sido la cesión de la inmigración, un golpe de efecto básicamente visual que consiste en poner Mossos d'Esquadra en puertos y aeropuertos para que parezca que los emigrantes llegan a un país que no es España. Y vaya usted a saber cuantas concesiones más le sacarán a un político ególatra al que le importan más sus cosas que las del país que se supone que dirige.
Esas concesiones son presentadas como grandes éxitos del nacionalismo cuando solo son chantajes al gobierno de la nación. Y ahí está siempre Tururull para congratularse de cada nueva humillación al Ejecutivo. Con esa cara de personaje de los comics de Daniel Clowes y delegando en la insufrible Miriam Nogueras para marcar paquete en el congreso y mostrarse lo más despectiva posible con el Gobierno y, de rebote, con los españoles en general. Si los neoconvergentes se querían cargar el Estado, han encontrado la persona adecuada en el señor Sánchez, que les ayuda de manera entusiasta a reducir la presencia del Estado en Cataluña con tal de mantenerse en su sitio.
El comentario de Tururull sobre el regreso de La Caixa es típico de la manera de ser de los que piensan como él y desprecian todo tipo de posturas discrepantes de sus postulados. Se equivocó La Caixa. Nos equivocamos los que no estamos por la independencia, y para sacarnos de nuestro error pretenden imponérnosla. Con la colaboración de quien debería defendernos.