
El presidente francés, Emmanuel Macron, dirigiéndose por televisión a los ciudadanos / TF1
Ansia de "grandeur"
Emmanuel Macron se mueve mucho con el tema de Ucrania, pero no sé qué pesa más en su actitud, si el deseo de desfacer un entuerto o las ganas de figurar. El hombre roza la sobreactuación, sin que los resultados de sus gestiones ofrezcan resultados destacables.
Cierto es que tirar del carro de Europa es complicado, dada la tendencia de sus países a hablar mucho y no hacer nada, pero tengo la impresión de que todos estábamos más tranquilos cuando nos limitábamos a hacer lo que decía Alemania. Como Alemania está pasando una mala racha (incluida la recesión), no es difícil pensar que Macron ha visto una oportunidad de reivindicar la grandeur patria que tanto preocupaba al general De Gaulle y convertirse en el líder europeo del momento.
Difícil lo tiene si pensamos que su liderazgo deja mucho que desear en su propio país, donde le amenazan la izquierda y la derecha, pese a estar lideradas por dos fenómenos de feria como Jean Luc Melenchón (le devuelvo el acento donde corresponde, como hijo de españoles) y Marine Le Pen.
Hace tiempo que Macron tiene problemas en casa. Y las últimas elecciones mostraron bien a las claras el desagrado que causa a un sector considerable de la población. Cuando lo condenaron a la cohabitación, se dedicó a marear la perdiz y a rechazar nombres de primer ministro hasta que dio con el de más de derechas que encontró (para desesperación del ínclito Melenchón).
No sería de extrañar que nuestro hombre quisiera ganar fuera lo que está perdiendo dentro. Si encabeza un intento de solución a la crisis de Ucrania y le salen las cosas más o menos bien se apuntaría dos tantos:
1/ Reverdecer su imagen en Francia, que ahora mismo está un poco mustia.
2/ Rescatar la vieja “grandeur” y pegarle un moco a Alemania de considerables dimensiones.
No digo que Macron carezca por completo de buena intención, pero no es inverosímil que el hombre haya visto una oportunidad de oro en la crisis de Alemania y aspire a convertirse en algo así como el portavoz de la Unión Europea. De ahí que últimamente lo veamos entregado a una actividad hercúlea y que haya sido el primer presidente europeo en proponer que se envíen tropas a Ucrania (los demás países no han dicho ni que sí ni que no, limitándose, como de costumbre, a hacer como que no han oído nada).
En cualquier caso, bienvenida sea su frenética actividad en este viejo continente con tendencia a dormitar y en el que todavía quedan políticos (como los de Podemos) que están en contra de armar a Ucrania para evitar una escalada bélica. Espero que se mueva para la necesaria creación del euroejército, indispensable en unos momentos en los que Estados Unidos dice que la Unión Europea se creó para joderles y su presidente parece morirse de ganas de dejarnos en manos de Vladimir Putin.
Si Macron consigue algo positivo, bien por él. Y si su actividad esconde las ganas de reafirmarse en casa y revivir la grandeur gaullista, ¿pues qué se le va a hacer? Tampoco es tan grave.