
Tatxo Benet, presidente y CEO de Mediapro, en un acto anterior
Grupo Mediapro se ha esforzado en los últimos años para seguir siendo el líder audiovisual en Cataluña. Ha refinanciado su deuda, ha prescindido de uno de sus fundadores y socio gestor, Jaume Roures, y ha expandido, con éxito, algunas de las áreas de su negocio, como la museística.
La compañía participada por Southwind Media ha intentado romper con la etapa anterior, durante la cual se aproximó, quizá demasiado, a dos posturas políticas muy concretas: el independentismo catalán y la izquierda política.
Ahora, con Tatxo Benet en la presidencia y la consejería delegada, Mediapro reincide. La firma prepara un documental sobre la segunda fuga del expresident catalán prófugo, Carles Puigdemont.
El huido se personó en Barcelona el pasado agosto tratando de reventar la investidura del president votado por los catalanes, Salvador Illa, antes de volver a desaparecer ante las narices de los Mossos d'Esquadra.
Su actuación fue teatral, casi infantil, porque los ciudadanos en las urnas han rechazado el proyecto político de Junts hasta en tres ocasiones. Las tres últimas veces que los catalanes han sido llamados a votar, las tres han votado por otro partido: el PSC.
Mediapro tiene todo el derecho del mundo a hacer los documentales que le plazca. Pero también tiene que ser consciente de que si muestra un contumaz empeño en glorificar una parte del espectro político, se la relacionará sólo con esta tendencia ideológica.
Y, con ello, arruinará su esfuerzo para profesionalizar la gestión y enderezar la mala tesorería que ha hecho en los últimos años.
Está en manos de Benet evitarlo.