Una organización compleja tiene todo el derecho del mundo a nutrirse del talento que quiera. Mientras incorpore a personal profesional y comprometido, la ideología no importa.
Pero el caso de Acra (Associació Catalana de Recursos Assistencials) ya canta. La patronal de cuidados a mayores fundada en 1989 se ha tornado paulatinamente una especie de apéndice del independentismo.
Su presidenta es nacionalista y apoyó a Xavier Trias en Barcelona. Ahora, su director y su dircom también lo son. Su responsable de comunicación es poco menos que un apparátchik de ERC.
De nuevo, las organizaciones complejas pueden y deben elegir a su talento libremente. Pero Acra y su cúpula, que tienen la mayoría de representatividad patronal en el sector de las residencias de mayores en Cataluña, debería cuidar su imagen.
No es admitible que se relacione a este organismo con el secesionismo. De hecho, no es admisible que se la relacione con ninguna ideología. El sector de los geriátricos es muy diverso, con opiniones e ideologías de todo tipo. Colonizar su puente de mando de directivos nacionalistas es un flaco favor a la nueva Cataluña posterior al procés, donde coexisten proyectos de toda índole y condición.
Porque, por lo pronto, los últimos cambios sugieren que Acra no tiene ninguna voluntad de ser plural, y que busca seguir medrando en el perímetro del nacionalismo. Se trata de una oportunidad perdida que Cinta Pascual, su presidenta, está a tiempo de aprovechar.