Hay que levantar cabeza
Aunque lleva al frente del Partido Socialista francés desde el año 2018, reconozco que nunca había oído hablar del señor Olivier Faure (La Tronche, Isere, 1968) hasta el otro día, cuando me enteré de que aspira a pactar con Emmanuel Macron el nuevo Gobierno, para el que no cuenta ni con Marine Le Pen ni con Jean-Luc Mélenchon (el acento debería ir en la o, dado el origen extremeño de su apellido).
De hecho, el señor Faure es el primer socialista al que se oye decir algo desde que François Hollande y algunos cerebros privilegiados más se cargaron el partido hace ya unos cuantos años.
Intuyo que el hombre pretende sacar a su grupo político de la postración y la irrelevancia en las que lleva sumido cierto tiempo, y la verdad es que ya era hora de que alguien hiciera algo al respecto.
Hijo de padre francés y madre vietnamita, Olivier Faure pasó su infancia en la isla de La Reunión. Ingresó en el Partido Socialista a los 16 años y a los 23 ya dirigía sus juventudes, tras relevar a Manuel Valls, con quien compartía guía espiritual, Michel Rocard.
Que me aspen si sé qué ha hecho durante los últimos seis años, los que lleva al frente de ese partido caído en desgracia, pero todo parece indicar que es un hombre al que no le fallan los reflejos.
Tras la caída de Michel Barnier (a Macron le pidieron un Gobierno de izquierdas, pero él hizo lo que le dio la gana y colocó de primer ministro a un señor de orden), Faure podría haberse puesto a conspirar con Mélenchon, formando un supuesto frente de izquierdas, o a ensayar unas componendas con la señora Le Pen, pero, en vez de eso, ha ido por libre y se ha ofrecido a Macron para negociar lo que haga falta, aprovechando para quitarse de en medio a los de La Francia Insumisa (que están que trinan con él) y a los del Reagrupamiento Nacional.
Eso sí, ha dejado abierta la puerta al partido del cesante Barnier, Los Republicanos, por si le apetece sumarse a la conversación a dos bandas que piensa mantener con Macron.
Como era de prever, el inefable Mélenchon no ha tardado nada en tachar de traición a un supuesto Nuevo Frente Popular la actitud del señor Faure, pero yo creo que el hombre ha hecho muy bien yendo por libre.
Juraría que aquí lo que se impone es devolver al Partido Socialista algo de su antiguo brillo, y dudo que eso pudiera conseguirse yendo del bracete del hijo del extremeño, que parece hecho de una pasta muy similar a la de nuestros Pablo Iglesias, Ione Belarra y Yolanda Díaz.
Faure insiste en que sus propuestas son de izquierdas y en que no ha traicionado a nadie. Se ha olvidado de añadir (o se lo calla por educación) que ser de izquierdas no obliga a nadie a pactar con un radical (tirando un poco a energúmeno) como Mélenchon.
Es pronto aún para saber qué sacará el señor Faure de todo esto, pero, de momento, yo diría que su maniobra para intentar resucitar al Partido Socialista francés es digna de encomio.
Si las cosas le salen más o menos bien, puede incluso servir de ejemplo a los socialistas españoles cuando tengan que reflotar el partido tras el inevitable hundimiento al que, tarde o temprano, lo conducirán Pedro Sánchez y sus secuaces.
No sé qué pensarán ustedes, pero yo creo que un Partido Socialista francés redivivo es una buena noticia para Europa. Y ahora, a esperar a ver qué pasa.