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Si algo caracteriza a los dirigentes que llevaron a Cataluña al desastre del procés es su empeño por mantenerse en primera línea política, o bien por continuar captando la atención de los medios.
En este segundo grupo se encuentra Carme Forcadell que, tras haber promulgado la independencia unilateral de Cataluña como presidenta del Parlament en el aciago octubre de 2017, ahora ejerce de activista en el congreso de ERC.
Forcadell no se cansa de pregonar a los cuatro vientos su rechazo a la candidatura de Oriol Junqueras a la presidencia de la formación secesionista; otro claro representante, por cierto, de quienes no asumen que su época -por fortuna- ya pasó.
Forcadell reniega de su uno de sus padrinos políticos, señalándole incluso como responsable de la estructura B que actuaba a espaldas del partido. Y es que, a su modo de ver, desde que se destapó el escándalo de los carteles contra los hermanos Maragall, Junqueras se desentendió de asumir responsabilidades aduciendo que estaba en prisión y al margen del día a día de ERC.
La expresidenta del Parlament y de la ANC ha manifestado en una entrevista a RTVE que "un presidente a veces es responsable aunque sea por omisión". Pero, al mismo tiempo, dice que ella misma se siente así "porque estaba en la ejecutiva del partido cuando todo pasó, aunque no me enterase".
Como guinda del pastel, Forcadell dice ser partidaria de "renovar los liderazgos" en ERC. Si es así, bien haría en aplicarse esa máxima a sí misma y ceder a otros su protagonismo ante los medios de comunicación.