Un "magufo" para la salud norteamericana
Cuando crees que Donald Trump ya no puede desbarrar más a la hora de elegir a los futuros miembros de su gabinete, el hombre se supera a sí mismo y se saca de la manga a alguien que convierte los nombres que ya han trascendido en propuestas casi normales. Acabábamos de encajar con toda la dignidad posible (que no es mucha) los nombramientos (a confirmar por el Senado; confiemos que los tumben: soñar no cuesta dinero) de sujetos como Matt Gaetz (fiscal general del estado, una de cuyas obsesiones es desmantelar el FBI y todas las agencias gubernamentales que se le pongan a tiro; ideal para quitarle de encima al jefe sus problemillas con la justicia y para indultar a los trogloditas que asaltaron el Capitolio….¡Ah, y también puede perdonarse a sí mismo el pecadillo inofensivo de haber mantenido relaciones sexuales con una chica de diecisiete años!), Tulsi Gabbard (distribuidora de propaganda rusa, ideal para dirigir los servicios de inteligencia, si es que no los disuelve, en plan Gaetz) o Pete Hegseth (nuevo jefe del Pentágono, convencido de que el ejército de los Estados Unidos pretende darle el mando de la institución a un colectivo de lesbianas trans negras y puede que también satanistas y extraterrestres), y ahora resulta que a estos fenómenos hay que añadirles a un Kennedy (no hay quien se libre de esa familia: los asesinan, mueren en accidentes aéreos, se casan con Arnold Schwarzenegger o les pasa cualquier cosa, pero siempre hay alguno moviéndose por el fascinante mundo de la política).
El de ahora atiende por Robert F. Kennedy Jr. (Washington, 1954, sobrino de JFK) y el Donald quiere ponerlo al frente del departamento de Salud. ¿Sus credenciales?: ser un conspiranoico anti vacunas (las responsables, entre otras desgracias, del autismo infantil), haber descubierto que el COVID surgió de un complot para perjudicar a los blancos y beneficiar a chinos y judíos, sostener que el Wi Fi provoca cáncer y que ciertos herbicidas propician la transexualidad o haber relacionado los tiroteos adolescentes en escuelas con un abuso del Prozac….
El señor Kennedy es abogado, pero carece del más mínimo conocimiento de cualquier tema relacionado con la salud. Militó en el Partido Demócrata, pero cuando se hizo evidente que se le había ido la olla, o se fue o lo echaron. Trump lo recogió y lo ha sumado a su corte de fenómenos de feria. Si el Senado aprueba su nombramiento, estará al mando de once agencias que igual le da también por desmantelar, como Gaetz con el FBI. Juraría que éste es un fichaje difícil de superar, pero no estoy del todo seguro. Es una lástima que Javier Milei sea extranjero y ya esté colocado en su país, pues sería un complemento ideal para la galería de cracks que está reuniendo el Donald. Igual le cae algo a Sylvester Stallone, que acaba de revelarse como un gran admirador de Trump y que no desentonaría lo más mínimo en el nuevo gobierno. ¿Le recuerdan en Juez Dredd diciendo con la boca torcida lo de Yo soy la ley? No sé ustedes, pero yo, como guardaespaldas de Elon Musk, me lo imagino perfectamente.