El Time Out Market Barcelona tiene un serio problema. La falta de visitantes del mercado gastro del Maremagnum está complicando la viabilidad económica de sus restaurantes, que comienzan a perder la paciencia.
Para meter presión a la dirección, algunos locales se han conjurado para dejar de pagar el alquiler. Una medida que promete un ahorro de costes y sirve como ultimátum a Time Out.
Es cierto que el modelo funciona bien en Lisboa, pero al barcelonés le cuesta mucho desplazarse hasta el litoral. El mercado que se prometió para los vecinos no está funcionando cómo debería. Y la mayor parte de los grupos que se han pillado los dedos son familiares y pequeños.
El Ayuntamiento de Barcelona debería no haber inflado las expectativas de los empresarios, Copa América de vela mediante, pues está haciendo perder dinero a mansalva a mucha gente. Al menos, que ahora Time Out tome nota y escuche a los restaurantes que exigen cambios.