Lorena Roldán Suárez (Tarragona, 1981) acumula ya años de experiencia en política. A finales del 2020, a las puertas de las elecciones autonómicas del 2021, salió de un Ciudadanos ya en horas bajas para incorporarse a las filas de un desdibujado PP. Su buen hacer la ha llevado a ser una de las caras reconocibles e influyentes de los populares en la comunidad.
Sin embargo, se ha convertido en el último elemento de fricción en el seno del PP catalán y, por extensión, en el nacional, un partido ciclotímico, sobre todo en Cataluña, hoy dividido en dos facciones: los que apoyan al líder autonómico, Alejandro Fernández (Roldán entre ellos), y los partidarios de Dolors Montserrat.
El motivo de estas discrepancias es que Roldán es, a la vez, diputada en el Parlament y senadora, algo que la dirección nacional prohíbe en su reglamento interno porque resulta imposible dedicar a ambos cometidos el tiempo requerido. Así, debería renunciar a su escaño en Cataluña, pero se resiste a ello por ahora.
Esta abogada ha planteado una suerte de pulso al PP al defender que, para que ella renuncie, también debe hacerlo Elisa Vedrina, cercana a Dolors Montserrat y que es diputada en el Congreso y concejal en Tarragona. El reglamento no dice nada sobre esta cuestión. Es una situación distinta a la de Roldán. Por más que quiera asemejarlas en el seno de esta batalla.