Michael Schara
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El otrora líder indiscutible del mercado de transformación cárnica en Cataluña no gana para disgustos. La reciente paralización forzosa de las obras de reconstrucción de su planta en la Zona Franca es el, por ahora, último capítulo de una suerte de caída en desgracia iniciada, precisamente, con el incendio que devastó la factoría y que después ha tenido su continuidad con los problemas de su consejero delegado con la Justicia.
Ningún negocio, por voluminoso que sea, está libre de una dinámica negativa que, en ocasiones, no se debe a una mala gestión sino al puro infortunio. Sin embargo, sí es responsabilidad de los empresarios detener cuanto antes esta espiral. Máxime, cuando un buen número de puestos de trabajo están en juego, tanto de forma directa como indirecta, en el caso de aquellas empresas de la que es proveedor.
De ahí que el grupo fundado por Michael Schara, ahora presidente de honor, debería tener especial cuidado a la hora de llevar a cabo su particular remotada, dado que cada revés que acumule será una nueva losa que descanse sobre el proceso de recuperación.
Por lo pronto, el relevo generacional que ha articulado en los últimos tiempos podría ser el punto de inflexión que necesite el gigante cárnico para empezar a levantar cabeza. No parecen tiempos propicios para las prisas y sí para dar pasos en firme, aunque sean más pequeños. De lo contrario, sucederán más episodios como la paralización de las obras que no harán sino alejar el momento de ver la luz al final del túnel y complicarán aun más la misión de salir a flote.