Esperanza Casteleiro
Todos los focos se ciernen sobre Esperanza Casteleiro, la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). El PP estudia la posibilidad de citarla ante el Congreso de los Diputados para que aclare el rol que desempeñaron los servicios de Inteligencia en el dispositivo para detener al expresidente catalán Carles Puigdemont o si recibieron órdenes de mantenerse al margen. Una situación, cuanto menos, comprometida.
En el caso de que tuvieran conocimiento de los movimientos del doblemente fugado Carles Puigdemont, se deberá argumentar por qué no se hizo nada. Y, en el hipotético escenario de que desde el CNI no tuvieran ni remota idea de su paradero, se deberá reflexionar sobre la eficiencia de dichos servicios de inteligencia y sobre cuál debía haber sido su papel en todo este controvertido dispositivo. ¿Hicieron la vista gorda? ¿No se requirió de sus servicios y pasaron de actuar por su cuenta? ¿A ellos también se les escapó?
Insistimos, una situación cuanto menos comprometida porque todas las respuestas nos conducirán a replantearnos la capacidad, competencia y operatividad de un CNI que, como ya pasó en 2017 (primero con los atentados del 17-A y luego con la primera huida de Puigdemont), verá su reputación tambalearse.
No obstante, Casteleiro merece el beneficio de la duda, recordando, como lo hizo este sábado la ministra de Defensa, Margarita Robles, que sus agentes actúan siempre dentro de los límites y las competencias que marca la Directiva de Inteligencia.