Eduard Sallent
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Carles Puigdemont ha desaparecido tras participar impunemente en un acto de bienvenida en Barcelona. Ante los ojos atónitos de los miles de fieles que le arropaban a los pies de Arc de Triomf, el prófugo dio un discurso y se volvió a fugar sin que los Mossos fueran capaces de detenerle. A pesar de que el cuerpo niega que existiese un pacto para dejar huir al expresident, la evidencia es que el dispositivo, liderado personalmente por el comisario jefe Eduard Sallent, falló estrepitosamente.
Los casi 400 agentes desplegados tenían dos únicas misiones: garantizar la seguridad de la ciudadanía y detener al expresidente catalán, sobre quien pesa una orden nacional de detención emitida por el Tribunal Supremo. El segundo objetivo ha fracasado con creces, dejando en evidencia, una vez más, la efectividad y profesionalidad del cuerpo autonómico.
Las críticas no han tardado en aparecer: internautas, periodistas y sindicatos -incluso de otros cuerpos policiales- han alzado la voz para denunciar el fracaso del dispositivo. "Hemos hecho un ridículo espantoso", han lamentado desde Sap-Fepol, el sindicato policial mayoritario.
La discreción y prudencia de los Mossos d'Esquadra, que pretendían evitar una detención muy mediática, se les ha girado totalmente en su contra y medios internacionales se han hecho eco de la incapacidad del cuerpo catalán.
Mientras, el prófugo y los suyos se mofaban de la justicia y los cuerpos policiales, subiéndose en el Honda blanco en el que han huido. Un vehículo, para colmo, propiedad de un agente de los Mossos, quien fue detenido poco después del show de Puigdemont.
Por ahora, ya son dos los agentes arrestados por arropar la huida del expresidente. Si se demuestra su participación, se evidenciará que el cuerpo, actualmente dirigido por Eduard Sallent, necesita una limpieza a fondo.