Marta Rovira
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El preacuerdo de ERC con el PSC para investir a Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat ha insuflado oxígeno a la cada vez más alicaída formación de Oriol Junqueras y Marta Rovira. Las cesiones anunciadas ayer a cambio de dar su apoyo a los socialistas -entre ellas, que el Govern pueda recaudar el 100% de los impuestos de la autonomía- son, sin duda, desmedidas, y razones tienen sus dirigentes para presumir de ellas como un nuevo logro en su camino hacia la ruptura con el resto del España.
El anuncio de la dirección de ERC tras más de 10 horas de reunión fue, además de esperpéntico, preocupante. No sólo por las prebendas que, según dijo su portavoz Raquel Sans, el PSC está dispuesto a conceder -incluida la creación de una nueva Consejería de Política Lingüística para arrinconar todavía más el castellano en el ámbito público-, sino también por las soflamas identitarias y ultranacionalistas que profirió la propia Sans.
Cabe preguntarse qué dirían los dirigentes del PSC y del PSOE si, pongamos por caso, esa misma exigencia insolidaria y excluyente de "tener las llaves de la caja" la profiriera la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso; o si desde alguna formación que consideran de extrema derecha se dijera -como hace ERC con el catalán- que "sin lengua, no hay nación". En ese caso, sin duda, en vez de acuerdos, los socialistas harían buenos y más que merecidos reproches a sus adversarios.