Nacho Abia
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Las primeras cuentas de Grífols presentadas bajo la dirección de Nacho Abia como consejero delegado presentan luces y sombras, en un día en el que, por vez primera, un informe negativo de Gotham City Research sobre la compañía no ha tenido un efecto negativo en la sufrida cotización de la farmacéutica.
¿Señales de tiempos de cambio? Aunque aún resulta demasiado pronto para afirmarlo, lo cierto es que la llegada del nuevo ejecutivo ha llegado acompañada de otras modificaciones en la gobernanza del grupo que han sido recibidas con optimismo por el mercado, que también ha valorado la celeridad a la hora de colocar una emisión de 1.000 millones de euros en bonos pese a contar con el hándicap de las recientes rebajas de rating por parte de las agencias.
Un montante que será destinado a amortizar deuda, el principal reto al que se enfrenta Abia, junto con la recuperación de la capacidad para generar flujos de caja positivos. Por ahora, ambas cuestiones forman parte de la zona sombría; el apalancamiento se reduce a ritmo demasiado pausado y el objetivo de culminar el año con flujos positivos se antoja aún lejano, tras acumular más de 250 millones de euros negativos en los tres primeros meses del año. Cuestiones capitales en las que la compañía no parece ver todavía la luz al final del túnel.
Algo más de claridad puede arrojar el Día del Inversor que Grífols ya ha programado para octubre, en otra iniciativa en favor de la transparencia, impensable en el grupo hace apenas unos meses. Es la forma de hacer camino hacia la recuperación de la confianza, aunque éste se adivina aún enrevesado y con no pocas complicaciones.