Oriol Junqueras
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Los dos principales protagonistas del procés han dejado en muy mal lugar en los últimos días los argumentos que esgrime el Gobierno para justificar la Ley de Amnistía. La supuesta "reconciliación", la "concordia" y el "apaciguamiento" brillan por su total ausencia, no sólo vista su falta de arrepentimiento ni de propósito de enmienda desde el golpe de 2017, sino también por sus nuevas declaraciones desafiantes. Unas bravatas que evidencian que la impunidad obtenida a cambio de su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez no sólo no les ha apaciguado, sino que les ha dado oxígeno justo cuando el independentismo se hallaba en sus horas más bajas (tal como se vio en los últimos ciclos electorales).
Al anuncio del fugado de la justicia Carles Puigdemont de que se presentará como candidato de Junts per Catalunya en las elecciones autonómicas del próximo 12 de mayo, y su discurso ultranacionalista amenazando con reemprender la "vía unilateral" para la independencia si el Gobierno no se doblega a convocar un referéndum de "autodeterminación" en la región, se sumaron ayer las polémicas palabras de su antaño socio Oriol Junqueras.
El líder de ERC ha avisado de que su partido no piensa ceder en su propósito de llevar a cabo esa votación identitaria, hasta el punto de mostrarse dispuesto a "volver a la cárcel por el referéndum".
A nadie debería sorprender a estas alturas que Puigdemont y Junqueras reconozcan tan a las claras su empeño en devolver a Cataluña a la situación de tensión de hace más de un lustro. No sólo por sus fijaciones identitarias, sino porque ya han visto hasta qué punto es capaz de ceder el Gobierno a cambio de obtener su apoyo. Los indultos, la derogación del delito de sedición y, ahora, la amnistía, han contribuido a reavivar sus ínfulas, su frivolidad y sus discursos temerarios.