Dolors Feliu
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La Assemblea Nacional Catalana (ANC) está atravesando uno de los momentos más críticos de su historia. No sólo ha dejado de ser la entidad de referencia en el independentismo, un movimiento cada vez más desinflado con unos dirigentes que lo único que han conseguido en este tiempo es acostumbrarse al poder. También su presidenta, Dolors Feliu, se ha ganado mala fama entre los suyos, provocando varias crisis internas. Y ahí sigue.
La última propuesta tiene que ver con la llamada Lista Cívica para la Independencia. Una suerte de partido que lleva años anunciando, y que pretende hacer realidad para las próximas elecciones autonómicas de febrero de 2025. Su intención es culminar la hoja de ruta que iniciaron las formaciones independentistas con las que, ahora, se siente decepcionada al pactar con el malvado Gobierno de España.
Pero Feliu no debería engañarse. El mercado de partidos independentistas está ya saturado: Esquerra, Junts, la CUP y, casi con total probabilidad, la Aliança Catalana de la ultra Sílvia Orriols. De este modo, la presidenta de la ANC debería plantearse intentar que la enchufen en alguna lista y no pedirle a la entidad que la siga en esta expedición con rumbo incierto para su mayor gloria política y personal.
Con todo, no cabe duda de que este tipo de ocurrencias sólo sirven para vestir sus cabreos como discrepancias ideológicas. Pero en el fondo no deja de ser una guerra por las cuotas de poder e interés en sacar tajada del desánimo de unos votantes a los que han decepcionado durante todos estos años del procés, en los que Cataluña no ha ganado nada. En soluciones para la educación o la sequía, ni están ni se les espera.