Anna Simó
Apenas lleva unos meses en el cargo y la legislatura catalana termina en un año, por lo que el trabajo de la consellera de Educación, Anna Simó, al frente de su departamento en este escaso tiempo pocas cosas podrá cambiar de la delicada situación de la enseñanza en Cataluña. Por lo tanto, se centra en detectar los problemas, esbozar soluciones y sacar pecho de las cosas que funcionan.
En este contexto, Simó participó ayer en un acto conmemorativo del quinto aniversario del pacto contra la segregación escolar, y anunció que esta estadística se ha reducido un 20% en un lustro. Es un dato positivo, pero que no esconde que la segregación en Cataluña estaba en máximos y sigue muy elevada a pesar de este notable retroceso.
Simó sabe que este es sólo uno de los grandes retos de la educación en Cataluña, una comunidad a la cola de España en los resultados académicos, como mostró el reciente informe PISA, pero también en la que el asunto de la inmersión (la enseñanza exclusivamente en catalán y el caso omiso a las sentencias que corrigen la ausencia de bilingüismo) gasta demasiadas energías.
Por lo tanto, Educación debe acelerar en los próximos meses para asegurar que la escuela sea de verdad inclusiva, así como para corregir las carencias del sistema, tan denunciadas por los sindicatos en tiempos recientes. El tiempo se le echa encima a Simó, que asume que los triunfalismos en estos momentos no tienen cabida, aunque un dato positivo no le va mal a nadie.