El consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar / CAIXABANK
Gonzalo Gortázar
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La gran banca española acaba de cerrar un año irrepetible, con récord absoluto de beneficios y cifras de crecimiento inéditas en la época moderna. Sin embargo, tan sólo Caixabank se ha atrevido a ponerse nuevos desafíos, a llevar las más que superadas metas varios pasos más allá y comprometerse a comprobar una de las grandes incógnitas que ha quedado de este 2023 atípico en muchos aspectos: en qué medida, en qué proporciones ha intervenido en los números la intensa subida de los tipos de interés.
Más allá de presentar cifras de beneficios no muy alejadas de los 5.000 millones de euros y evoluciones de márgenes por encima del 50%, que no deja de tener mérito, la entidad se ha propuesto que ese esfuerzo pueda redundar más aun en el beneficio de los accionistas; de modo que, junto a la rentabilidad sobre activos tangibles, Caixabank ha ampliado la meta de la generación de capital para su retorno a los socios hasta los 12.000 millones de euros.
Un cometido más loable aun si se tiene en cuenta que, como recalca en numerosas ocasiones el consejero delegado del banco, Gonzalo Gortázar, como primer accionista de la entidad figura la Fundación Bancaria La Caixa, para la que los retornos de las participadas son básicos con vistas a financiar su gigantesca obra social.
La magnitud de su actividad en pro de una sociedad más justa, con apoyos a los más desfavorecidos para promover la igualdad de oportunidades, no tiene parangón en Europa. Ni mejor destino podría tener el fruto de la ambición por ser mejores y de superarse, a pesar de haber logrado con creces los logros previstos, que ha plasmado Caixabank con vistas al último año de su primer plan tras la fusión con Bankia.
