La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera / EP
Teresa Ribera
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Desde que el PSOE retomó la labor de gobernar España, tras el triunfo de la moción de censura a mediados de 2018, sin duda el bastión de su estrategia que ha resistido de manera más firme ha sido el de convertir al país en una referencia dentro de Europa en el desarrollo de las energías limpias y la lucha contra los efectos del cambio climático.
A lo largo de los cerca de seis años que han transcurrido desde entonces, muchos elementos del escenario que había entonces han cambiado. Pero la apuesta por la energía verde no sólo se ha mantenido sino que se ha visto reforzada con el reconocimiento a la ministra Teresa Ribera, una de las pocas que se mantiene junto a Pedro Sánchez desde el primer día, con una de las vicepresidencias del Ejecutivo que mantiene en la legislatura estrenada hace escasos meses.
En 2023, España ha producido más de la mitad de la electricidad a través de fuentes renovables. Un hito inimaginable hace apenas unos años, cuando se debatía incluso sobre si ésta era la estrategia a seguir. Un argumento que se ha visto reforzado por los impactos energéticos de la pandemia y la guerra en Ucrania.
Acontecimientos que han puesto en valor la necesidad de que Europa eleve de forma urgente su independencia energética, que pasa necesariamente por el desarrollo de las energías limpias como consecuencia de la concentración de materias primas y combustibles fósiles en determinadas zonas del Viejo Continente. Una carrera en la que España lleva una ventaja que, bien aprovechada, puede resultar determinante en el panorama geopolítico del entorno.
