Camil Ros
Camil Ros i Duran, secretario general de UGT de Cataluña que llegó al sindicato desde ERC, vuelve a politizar el sindicato de trabajadores que lidera. No es la primera vez que lo hace, ni parece que vaya a ser la última, pues se posicionó de forma muy clara a favor de la formación de la que lideró las juventudes en el punto álgido del procés (en 2017). Después matizó este apoyo, especialmente por la tensión interna de la propia formación.
Ahora, Ros se ha alineado con los ultras de Plataforma per la Llengua, la autodenominada ONG del catalán, de la que destacan prácticas muy cuestionables como el espionaje a los niños en el recreo para ver en qué idioma hablan. Ahora, esta entidad y el sindicato irán de la mano para reclamar a la Generalitat una serie de medidas que conduzcan a implantar el catalán también en la formación profesional.
Este tipo de prácticas empiezan a convertirse ya en costumbre. En años anteriores, Ros se posicionó y manifestó en contra de la sentencia del procés por considerarla "injusta". Más recientemente, su sindicato ha protagonizado otros episodios en la misma línea, como acudir junto al Govern a manifestaciones contrarias a las sentencias que instan a impartir al menos un 25% de clases en castellano en Cataluña; o sumarse a las críticas --vía redes sociales-- a una enfermera andaluza que se quejó de tener que sacarse el nivel C1 de catalán para poder opositar en la autonomía (algo doblemente sorprendente, habida cuenta de que su función es, en teoría, defender a los trabajadores).
UGT --al igual que CCOO-- se ha vuelto a alinear con los mandatarios de la Generalitat en su campaña para que el catalán sea oficial en la UE. Y su secretario general ha considerado que la amnistía es un catalizador para alcanzar un acuerdo de investidura de Pedro Sánchez. A la hora de dar un espaldarazo al nacionalismo, Ros no suele fallar.