Los partidos secesionistas al frente de la Generalitat y sus asociaciones afines continúan mostrándose incapaces de abandonar el bucle identitario en el que llevan sumidos desde hace más de una década. A pesar de la grave crisis económica e internacional que se vive en la actualidad, la amnistía del procés, el referéndum de "autodeterminación" o, directamente, la secesión de Cataluña, continúan estando en el centro de sus preocupaciones, sin duda bien alejadas de las de la gran mayoría de la ciudadanía.
Así se ha evidenciado este año con su estrepitosa pérdida de votos en las elecciones municipales y generales, y con el menguante poder de convocatoria de sus movilizaciones patrióticas. En este último caso, sorprende la atención que todavía se le presta en este entorno político a la Assemblea Nacional Catalana (ANC), cuya presidenta, la exconvergente Dolors Feliu, sigue empeñada en aferrarse al "cuanto peor, mejor". Ahora, azuzando las consignas de forzar una repetición electoral en España y la ruptura con el resto del país por la vía unilateral.
Las soflamas ultranacionalistas de Feliu, repetitivas, incendiarias y excluyentes, no sólo no aportan nada, sino que sólo contribuyen a empeorar la convivencia en la región.