Françoise Gilot, en una imagen de 2013

Françoise Gilot, en una imagen de 2013 KhanAcademyTurkc (CC-BY-3.0)

Examen a los protagonistas

Françoise Gilot

10 junio, 2023 23:30

Había vida después de Picasso

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Nos ha dejado la única mujer que fue capaz de abandonar a Pablo Picasso, la pintora Françoise Gilot (Neully sur Seine, 1923 – Nueva York, 2023), a la que el artista malagueño intentó hacer la vida imposible cuando lo plantó, llegando al extremo de influir en los galeristas para que no tuvieran trato alguno con ella, quien se vengó en 1964 al publicar Vida con Picasso, del que se vendieron mundialmente más de un millón de ejemplares. La incuria de Picasso, de todos modos, no acabó de funcionar, pues, tras los diez años en que convivió con el artista, al que conoció en 1943, cuando ella tenía 21 años y él 61, y con el que tuvo dos hijos, Claude y Paloma, Gilot se convirtió en una artista respetada internacionalmente y con obra en algunos importantes museos.

Me consta que últimamente se ha puesto de moda poner de vuelta y media a Picasso y presentarlo como un machista, un maltratador y, en definitiva, un sujeto poco recomendable, sobre todo para las mujeres. Algunas feministas se han pasado un poco de frenada al insinuar que alguna de sus parientas (verbigracia, Dora Maar) era una artista más valiosa e interesante, lo cual se presta a algo más que a una duda razonable. Puede que Picasso no fuese un ciudadano ejemplar, pero no está escrito en ninguna parte que un gran artista tenga que ser también una gran persona (pensemos en el novelista francés Celine, brillante escritor y abyecto ser humano, por poner un ejemplo). Todo parece indicar que Picasso no lo era. ¿Pero a nosotros, los que le hemos sobrevivido, qué más nos da mientras podamos seguir disfrutando de sus cuadros (y hasta de sus cerámicas, si no se es un anticeramista radical como quien esto firma)?

De todas las mujeres maltratadas por Picasso, tengo la impresión de que Françoise Gilot fue la más lista y la más digna. Para empezar, fue ella quien lo plantó, cuando solía ser al revés en cuanto el artista encontraba un nuevo modelo de amante que le resultaba más querencioso. Se largó después de haberle dado dos hijos, a los que Picasso dejó de dirigir la palabra tras la aparición de Vida con Picasso. En vez de lloriquear, dar pena y planear venganzas contra su exmarido, optó por dedicarse a la pintura y fabricarse su propia carrera y ser su propia persona. La vida le dio tiempo para ello, pues ha muerto con más de 100 años, pero, además, demostró que, aunque no fuera fácil, se podía sobrevivir a Picasso en vez de caer rendida a la maldición de un genio con ciertas malas pulgas.

Muertos los dos miembros de la pareja, nos queda la obra de ambos, que tiene más interés que el tradicional cuento cruel del torturador y su víctima.