Al Pacino
Un último esfuerzo
Cuando nos creíamos que, entre las celebrities de Hollywood, Robert De Niro había batido el record de la concepción tardía al ser padre a los 79 años de edad, resulta que su viejo colega Al Pacino le va a ganar a los puntos, pues se dispone a reproducirse de nuevo a los 83. Como en el caso de Ana Obregón y su hija-nieta, no han tardado en aparecer los moralistas a los que estas cosas les parecen muy mal, centrándose especialmente en la evidencia de que los nuevos bebés no van a disponer de mucho tiempo para familiarizarse con su señor padre, dado que la biología es lo que tiene (aunque pasemos de ella olímpicamente en otras cuestiones, como el tema trans). Hemos alumbrado, al parecer, una nueva casta de inquisidores de la reproducción que le dicen a la gente cuándo puede ejercer de progenitor y cuándo no. Paciencia.
En el caso del señor Pacino, yo creo que hay que tener en cuenta que su mujer (o su novia, no sé), la productora de cine y televisión Noor Alfallah, tiene 29 años y está en edad hasta de clonarse, si le apetece. Y si ha decidido quedarse embarazada de un pre muerto, ¿a nosotros qué más nos da? Supongo que querrá al provecto Al y le apetecerá tener un recuerdo humano de él cuando se lo lleve el Altísimo. O que, simplemente, quiere tener un hijo suyo. O lo que sea. Y en cuanto al bebé, pues oigan, ya se apañará el angélico con el amor de su madre y, si tiene suerte, con el del siguiente novio de su madre. No hay por qué condenarle a una infancia infernal por el hecho de ser un huérfano prematuro (hay padres que no se mueren nunca y que, frecuentemente, son una pesadilla para su descendencia).
Personalmente, viendo cómo ha evolucionado la carrera de Pacino (y De Niro), casi prefiero que haga hijos en vez de películas. Y lo mismo puedo decir del bueno de Bob. De jóvenes fueron unos actores espléndidos –basta con revisar El padrino o Taxi driver para comprobarlo-, pero, desde un punto de vista estrictamente profesional, yo diría que han envejecido los dos bastante mal. Pacino no ha parado hasta convertirse en un histrión que se supera en cada nueva interpretación a la hora de sobreactuar. De Niro acepta cualquier papel que le ayude a pagar la pensión de sus ex mujeres y se empeña en dedicarse a la comedia, un género para el que está completamente negado. Mientras estaban construyendo sus respectivas carreras, a Pacino y De Niro daba gusto verlos. Desde que se dieron cuenta de que eran Al Pacino y Robert De Niro, las cosas han ido de mal en peor: el uno grita y gesticula sin tasa mientras el otro atraviesa ausente las tramas que le caen con la ayuda de una expresión y media que son siempre las mismas. Habiendo dejado atrás sus mejores momentos, ¿para qué tomarla con ellos ante sus últimos esfuerzos en el campo de la reproducción?
Del mismo modo, tras el cierre de la saga de Indiana Jones, Harrison Ford podría seguir su ejemplo. Y no sé ustedes, pero yo aplaudiría con las orejas si a Clint Eastwood se le ocurriera ser padre a los noventa y pico (con más motivo que con nadie, pues nunca le he visto la gracia ni como actor ni como director, funciones que cumple siempre con el piloto automático puesto: quedo a la espera de los insultos del respetable).