Beatriz Flamini
Una hazaña incomprensible
Uno no tiene nada en contra de apartarse del mundanal ruido ni, incluso, de tratarse lo menos posible con sus semejantes (recordemos al filósofo: “Mas conozco a la gente, más quiero a mi perro”), pero yo diría que hay maneras y maneras de practicar la misantropía. La elegida por la alpinista y espeleóloga madrileña Beatriz Maldini me parece tan radical como absurda, y no acabo de entender los aplausos que ha recibido al salir hace unos días de la cueva de Granada (unos 70 metros de profundidad) en la que ha estado metida los últimos 500 días, batiendo el record de permanencia nacional (Emilio Reyes Rodríguez, 104 días de 1973, año de la inauguración de Zeleste, ¡también son ganas!) e internacional (Christine Lanzoni, 269 días a la sombra).
Ahora está todo el mundo discutiendo si la señora Flamini hizo trampa o no la hizo, pues parece que abandonó el encierro durante una semana y que los que le traían comida al refugio la mantenían al corriente de lo que sucedía en el exterior, pero me parece que eso es alejarse del tema central del asunto, que para mí se resume en una pregunta: “¿Para qué le sirve a nadie, o al mundo en general, meterse en una cueva a los 48 años y salir a los 50?”. Vamos a ver, no es que la vida sea una fiesta permanente, y nada tengo contra la soledad, la meditación y el estudio, pero creo que hay formas menos áridas de cultivar la mismidad que tirarse cerca de dos años a oscuras, sin saber el día ni la hora y sin conseguir nada positivo ni para uno mismo ni para sus semejantes. Lo de la señora Flamini es de libro Guinness de los récords, concretamente de esos records que no se sabe a dónde van a parar ni para qué sirven.
500 días tirada en el fondo de una cueva. ¡Enhorabuena! ¿Pero sería usted tan amable de decirnos para qué? Se la ve muy contenta, como si creyera que lo suyo es, parafraseando al astronauta que pisó la Luna en 1969, un pequeño paso para ella, pero muy grande para la humanidad. ¿Seguro que lo que le conviene no es una visita al psiquiatra? Vamos a ver, por mí, como si se busca otra cueva más profunda y se queda a vivir allí cinco años, pero…¿de qué va todo esto? ¿Qué pretenden Beatriz Flamini y quienes la aplauden? ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Qué se me está escapando? ¿Soy el único al que todo esto se le antoja una chaladura sin la más mínima gracia?