Emilio, el catalán que pasó 104 días en una cueva y se ha quedado sin récord 50 años después
La deportista Beatriz Flamini ha superado todos los registros tras permanecer 500 jornadas bajo tierra justo cuando se cumplen cinco décadas de la hazaña del espeleólogo barcelonés
15 abril, 2023 00:00La deportista de élite y espeleóloga madrileña Beatriz Flamini, de 50 años, acaba de batir el récord mundial de permanencia bajo tierra tras pasar 500 días en una cueva a 70 metros de profundidad, con el añadido de que ha estado incomunicada por completo, una consideración poco habitual en este tipo de retos. De cualquier modo, ha superado la anterior marca internacional, fijada por la italiana Christine Lanzoni en 269 días y, de paso, ha pulverizado el récord de aislamiento subterráneo en España, logrado por el catalán Emilio Reyes Rodríguez con 104 días y del que en mayo se cumplirán 50 años.
Reyes Rodríguez salió de la cueva de Rialb, entre Ribes de Freser y Queralbs (Girona), poco después de las doce de la noche del 7 de mayo de 1973. Lo hizo por su propio pie, rechazando la camilla que habían preparado para él y con los ojos tapados, pues, aunque era medianoche, los reflejos de las cámaras podían dañarle la vista, que se había habituado a la oscuridad tras 104 días bajo tierra, si bien para él solo habían transcurrido 83; sin referencias de ningún tipo, había perdido la noción del tiempo. Y cinco kilos de peso.
Mala alimentación
Ya en la superficie, se apoyó en dos compañeros para dirigirse al hotel, a unos 300 metros de la cavidad y donde fue sometido al correspondiente chequeo médico. El doctor constató que Reyes salió de la cueva con 90 pulsaciones y su corazón se aceleró hasta las 130 cuando llegó a la habitación, así como que sus reflejos eran muy sensibles. Además, estaba muy debilitado y en los últimos días de su hazaña estuvo a punto de abandonar por dos veces debido a los dolores intestinales –que anotó en su diario– causados por una mala alimentación. Tras dos horas de reposo atendió a los medios.
La que fue la casa del espeleólogo durante 104 días tiene un recorrido de 501 metros y se encuentra a 1.037 metros de altitud, entre mármoles y calcáreas. Se ubica encima de la vía del cremallera de Núria y, a pesar de que la entrada es amplia, el interior esconde galerías y recovecos por donde hay que arrastrarse. Pero Reyes quería más y, no contento con su vivencia, en 1990 quiso superar el récord del mundo de permanencia bajo tierra, al tratar de vivir 375 días en la cueva de Annes (Lleida). Tuvo que salir de allí a las 68 fechas por motivos de salud.
Cueva preparada
El espeleólogo barcelonés falleció en Barcelona en 2019 con 70 años, por lo que no ha visto el récord de su heredera. Flamini entró en una cavidad de Motril (Granada) el 21 de noviembre del 2021 y la abandonó este viernes, 14 de abril del 2023, 500 días después (aunque salió durante ocho jornadas por un problema técnico, bien que estuvo aislada en una tienda). Lo ha hecho por su propio pie, a las nueve de la mañana y protegida con gafas de sol, aunque se las ha quitado enseguida para saludar y abrazar a su equipo y a sus allegados. Ha sido una “experiencia insuperable”, ha dicho y, como en el caso de Reyes, ha perdido la noción del tiempo: “Para mí han pasado entre 160 y 170 días”, ha reconocido antes de someterse al chequeo médico y a la supervisión de su psicóloga deportiva.
Su cueva estaba adecuada para la experiencia. Un equipo preparó la instalación de agua, luz y el sistema para ascender y descender de forma segura. También había un plan de emergencias para posibles incidentes y se ha monitorizado su salud al segundo, tanto con las cámaras de vigilancia como con las tarjetas de vídeo y notas que ella entregaba en un punto concreto de la cavidad, el mismo en el que recibía alimentos, pero sin mantener contacto con nadie en ningún momento.
Alucinaciones auditivas y ciencia
Todo ese material, en el que se la ve leyendo, pintando, escribiendo, tejiendo, cavilando, comiendo y haciendo ejercicios servirá para una serie documental que verá la luz en próximas fechas. Pero no solo se incluirán las experiencias positivas, puesto que también ha tenido días malos, falta de memoria y concentración, alucinaciones auditivas, cambios de humor e incidentes imprevistos, como una plaga de moscas que casi le hizo perder el control.
Su experiencia servirá, además, para estudiar los posibles cambios neuropsicológicos y cognitivos que han conllevado este desafío, con la soledad, la ausencia de luz solar y el aislamiento cognitivo y social. Una locura necesaria para la ciencia.