Jordi Turull
Jordi Turull parece dispuesto a hacer bueno el dicho catalán de "roda al món i torna al Born". O bien otro tan castellano como "para ese viaje, no hacían falta tantas alforjas". Habitualmente al frente, o no demasiado lejos como ahora, del poder autonómico, el veterano mandatario nacionalista recupera su esencia convergente tras haber sido uno de los impulsores del procés secesionista en los últimos años.
Su imagen del pasado fin de semana formando parte de la controvertida calçotada de destacados dirigentes de Junts per Catalunya (JxCat) con quien fuera presidente de la Generalitat de Cataluña durante casi un cuarto de siglo, Jordi Pujol, dice más que mil palabras. Turull regresa a sus orígenes respaldando, como en los viejos tiempos, a uno de sus padres políticos. Y no se trata de algo simbólico. Otros gestos también evidencian su giro hacia un nacionalismo aparentemente más pragmático: ahí están sus recientes contactos con el líder del PNV, Andoni Ortuzar. La realidad, y lo mucho que se juega Junts en las municipales de Barcelona --donde el histrionismo secesionista de dirigentes como Puigdemont apenas tiene predicamento--, mandan.