Dani Alves
Si pintan bastos, llama a Martell
No pinta muy bien la cosa para el futbolista brasileño Dani Alves, acusado de haber violado a una mujer en una discoteca de Barcelona. Aunque su familia y sus amigos le defienden y le consideran incapaz de hacer algo así, lo cierto es que sus declaraciones ante la policía han sido confusas y contradictorias y que la víctima, al rechazar una indemnización, resulta muy verosímil en su aparente búsqueda de justicia. Alves asegura que es inocente, aunque de momento lo único que tenemos claro es que es un poco tonto, ya que, ¿a quién se le ocurre dejarse caer por Barcelona cuando te están acusando de violación? Ya sabíamos que los futbolistas, por buenos que sean, no acostumbran a andar muy sobrados de luces, pero lo de meterse voluntariamente en la boca del lobo cuando tu país no tiene acuerdo de extradición con España no parece lo más inteligente que se puede hacer en un caso como este.
De hecho, lo único razonable que ha hecho Alves desde que lo entrullaron ha sido contratar al abogado Cristóbal Martell, que es un lince en lo suyo y está acostumbrado a defender a gente indefendible, como Lionel Messi, la familia Pujol o el socio de Iñaki Urdangarín, Diego Torres, que es la única vez que lo he visto en acción porque la difunta revista Interviu me envió a escribir una crónica al respecto en Mallorca, que era donde tenía lugar el conocido como Juicio de la infanta. Yo ya conocía de antes al señor Martell (parece que habíamos mantenido largas conversaciones en el bar Zigzag durante los años 80, aunque yo no lo recordaba porque mis memorias de esa década son ligeramente nebulosas a causa de mi excesiva ingesta de alcohol) y les aseguro que es, además de un gran profesional a la americana (no le importa si su defendido es culpable o inocente: él se limita a ofrecerle la mejor defensa que se puede comprar con dinero), un tipo muy simpático con el que es un placer platicar de lo que haga falta (sucede lo mismo con mi otro leguleyo favorito, el gran Javier Melero). Verlo actuar en Mallorca solo sirvió para que creciera la admiración que ya sentía por él. Reconozco que no entendí una palabra de lo que dijo en defensa del señor Torres, pero es que Martell no se dirigía a legos como yo, sino a los suyos, sus colegas. Yo solo capté un monólogo largo e incomprensible al que solo le faltaba acabar como los de Antonio Ozores, diciendo aquello de ¡No, hija, no! Pero los que entendían del asunto seguro que no se quedaron indiferentes ante las filigranas verbales y judiciales de nuestro hombre. Si alguien puede aliviar un poco el triste destino que se le adivina a Dani Alves, ése es, sin duda alguna, Cristóbal Martell.
Aunque no sé si el futbolista se lo merece, pues parece el típico ricachón que cree que todo le está permitido. Yo diría que los cracks del fútbol merecen un correctivo en general por el mal ejemplo que dan a los niños de todo el mundo pero, por ahora, el que peor lo tiene es Dani Alves. Si es culpable, pringará. Y si no, nadie le va a quitar la fama de bobo por dejarse detener en Barcelona cuando en su país no habría quien le echara el guante.