Teresa Berganza
Con Teresa Berganza, fallecida este viernes a los 89 años, el mundo de la ópera pierde una figura inigualable. Y al emplear la palabra “mundo” no se recurre a una mera expresión. El alcance de la mezzosoprano madrileña es universal y ha paseado tanto su nombre como el de la cultura española por los auditorios más selectos de todo el planeta, desde la Scala de Milán hasta el Carnegie Hall, pasando por la Royal Opera House y el Metropolitan neoyorquino.
Han admirado su descomunal talento y su particular forma de identificarse con los personajes que interpretaba los más laureados directores de orquesta, entre los que se encuentran nombres como Daniel Barenboim, George Solti o Claudio Abaddo, que llegaron a tenerla como artista fetiche. Compañera de cartel en multitud de ocasiones con la diva entre las divas, Maria Callas, Berganza también rompió moldes gracias a su talento como convertirse en la primera mujer en ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Y todo eso, sin dejar de ejercer su condición de mujer y de madre. Un categoría y una trayectoria que, desafortunadamente, le queda muy grande al reconocimiento que se le ha dado en España, muy inferior al del exterior, donde siempre fueron más conscientes de la talla de artista que atesoraba.