Volodímir Zelenski
Héroe por accidente
En la actualidad, el mejor actor del mundo no es un figurón de Hollywood ni una estrella de la Comedie Française o de la Royal Shakespeare Company, sino un comediante ucraniano que, tras conseguir el papel más difícil de su vida, el de presidente de su país, se ve obligado a interpretarlo a diario de una forma extremadamente convincente. Se llama Volodímir Zelenski (Krivoi Rog, 1978), es bajito (un metro setenta, pelado) y tirando a feo, pero le ha caído encima la responsabilidad de representar a su patria atacada por un vecino abusón y desagradable de la manera más digna posible y, en vez de salir pitando a lo Puigdemont, ha rechazado las ofertas norteamericanas de abandonar el país y lo vemos a diario por televisión arengando a las tropas y tratando de insuflar un poco de esperanza entre la población machacada por las bombas rusas.
Embutido en una camiseta militar, mal afeitado, con cara de circunstancias y cada día con peor aspecto, el hombre hace lo que puede para estar a la altura de las circunstancias. Y hay que reconocerle que resulta muy digno y muy convincente, más que ciertos políticos profesionales, lo cual dice mucho (y bueno) de él. Cierto es que se entrenó para el papel de su vida entre los años 2015 y 2019, cuando protagonizaba para la televisión la serie Servidor del pueblo, donde interpretaba el papel de presidente de Ucrania, pero la transición entre la ficción y la realidad ha sido ejemplar. Es más, se la ha tomado tan en serio que, si no fuera porque todos conocemos sus orígenes profesionales, nadie adivinaría que había sido actor antes que político.
Nuestro hombre está metido en un berenjenal de esos que no se le desean a nadie, pero lo está afrontando de una manera admirable. El único frente que está desaprovechando --y es comprensible, dadas las circunstancias-- es el de la comedia y el humor, elementos con los que se ganaba muy bien la vida antes de meterse en política. Se ha tomado el papel tan en serio que no se permite ni un chiste y ejerce de héroe de la patria a tiempo completo.
No soy quien para dar consejos a alguien que está en su situación, pero yo de él haría de tripas corazón y, teniendo en cuenta que si cae en manos de Putin acabará fusilado en la plaza pública, no dejaría pasar la oportunidad de reírme un poco de su verdugo. A fin de cuentas, nada molesta más a los energúmenos autoritarios y delirantes que ser tomados a chacota. Se lo aconsejo modestamente como alguien que lleva años riéndose de los majaderos del prusés y comprobando lo mal que les sientan las bromas a su costa y, sobre todo, la carencia absoluta de respeto que traslucen.
Lo sé: no son realidades comparables. Lo de Ucrania es una tragedia; lo de Cataluña, un sainete. Pero Putin, como todos los dictadorzuelos, tiene un componente ridículo muy acentuado que el amigo Zelenski está desaprovechando. En su condición de cómico, debería saber que no hay nada como el humor sarcástico para minar la moral de tus adversarios. Y a muchos nos gustaría poder reírnos en las narices de Putin mientras el sátrapa nos encamina a todos hacia la Tercera Guerra Mundial. De ahí que agradeceríamos que Zelenski incorporara la sátira cruel a su discurso, hasta conseguir que sus alocuciones no se pudieran ver en Rusia por el efecto devastador que sus burlas de Putin pudieran ejercer sobre el ejército y la población en general.
El papel que interpreta Zelinski es lícito y de una dignidad admirable, pero está desperdiciando un arma extremadamente corrosiva que podría usar en su beneficio y en el de su atribulado país. Sé que no sería fácil, con las bombas cayendo sobre objetivos civiles y llevándose por delante a niños y adultos, pero sería una muestra de genio y figura que, por lo menos para mí, contribuiría a engrandecer su imagen. No hay el menor cinismo en mi propuesta, querido Volodímir, pero me muero de ganas de verte por la tele burlándote de tu verdugo y dedicándole los más feroces sarcasmos. Tú que puedes, chotéate del animal de Vladimir, por lo que más quieras. Te aconsejo empezar con esas fotos ridículas en las que Putin, semidesnudo, monta a caballo o se pega con un oso, claramente homoeróticas. Y con lo que lo conoces, seguro que le sacas más punta que yo.