José Luis Rodríguez Zapatero
Nuestro peor jarrón chino
Supongo que conocen esa tesis de Felipe González según la cual los expresidentes del gobierno son como esos jarrones chinos que la gente tiene en el salón y que, aunque a veces hagan bonito, siempre acaban molestando. De hecho, González es uno de nuestros jarrones chinos más parlanchines, al igual que Aznar. Personalmente, preferiría que ambos se mantuvieran callados, pero les reconozco el derecho a opinar (también yo me paso la vida largando y a menudo pienso que debería practicar más ese silencio del que habla el jesuita Pablo d´Ors en su célebre opúsculo súper ventas, pero no he encontrado una manera más digna de llegar a fin de mes, ¡aunque seguro que las hay!) y, además, ambos han tenido cierta importancia, cada uno a su manera, en la vida política de nuestro país y atesoran todo tipo de seguidores, fans y hasta hooligans. El que ya no acabo de entender muy bien por qué sigue empeñado en ejercer de molesto jarrón chino es José Luís Rodríguez Zapatero (Valladolid, 1960), pues le considero un presidente bastante penoso que, encima, se resiste a adoptar un perfil bajo y gusta de seguir dándose aires metiéndose en fregados que se podría ahorrar.
El último ha consistido en publicar un libro sobre Borges, autor que, según él, ha sido la persona más importante en su vida después de su santa, Sonsoles Espinosa (quien, por lo menos, es una persona discreta que, además, siempre me ha recordado un poco a David Bowie, aunque sin llegar al gran parecido físico de Cayetana Álvarez de Toledo con el difunto Tom Petty). Con todo lo que se ha escrito sobre el gran narrador argentino --empezando por todo lo que dejó dicho de él su amigo del alma, Adolfo Bioy Casares--, no sé qué puede añadir nuestro hombre a los estudios sobre la vida y obra del autor de El Aleph. Lo veo como si yo ahora me pusiera a escribir sobre los Beatles: sí, me gustan mucho, pero…¿No hay ya montones de libros al respecto mucho mejores que el que yo podría pergeñar, aunque fuese por encargo, como parece que ha sido el caso del librito de Zapatero? Confieso que, de joven, tuve el descaro de escribir sendos libros sobre Buddy Holly y Roxy Music, pero ahora, a mi edad provecta, ni se me pasaría por la cabeza.
De todos modos, si esa fuera la única excentricidad del amigo José Luís, podría resultar hasta cierto punto disculpable: con algo se ha de entretener el hombre. Lo peor, para mí, es cuando se pone a dar consejos que nadie le ha pedido para contribuir al progreso de España (la última genialidad: buscarle una salida honrosa a Puigdemont, ¡como si tal cosa fuera posible con un tipo capaz de darse a la fuga metido en el maletero de un coche tras enviar a sus secuaces al matadero judicial!). O cuando hace como que actúa de mediador entre el dictadorzuelo venezolano y la oposición de su país y esta se queja de que se inclina peligrosamente del lado del tirano.
Yo aún recuerdo la alegría que se llevó la pobre Rosa Regàs, por la que siento un sincero aprecio, cuando Zapatero llegó a presidente del gobierno. También a mí me pareció bien, aunque solo fuese para perder de vista a Aznar, pero enseguida vi que aquel supuesto progresista que iba a renovar la izquierda española y el PSOE no daba la talla prácticamente en nada, como no fuese inventar conceptos como “talante”, así, a secas, que sin un adjetivo detrás no quieren decir absolutamente nada. Hay jarrones chinos de primera y jarrones chinos de tercera regional. Y yo diría que estos son los que más molestan.