Don Diablo se le ha escapado

Toda España se pregunta si a Miguel Bosé se le ha ido la olla de manera definitiva con su actitud ante la epidemia del coronavirus (bueno, exagero, digamos que se aprecia cierta preocupación por su estado mental entre algunas capas de la población). A su edad, que es la mía, aún es un poco pronto para ceder a la insania que tarde o temprano se apoderará de casi todos nosotros, pero el hombre apunta maneras: lo de bendecir una manifestación de negacionistas, insinuando que participará en ella, para luego pensárselo mejor y no presentarse, es de traca, francamente. Sus teorías, además, van cambiando sobre la marcha. Ya ha pasado de negar la existencia del virus a decir que estamos ante un bicho muy malo que anda suelto como el Don Diablo de la canción homónima, una de las piezas más tontas, por cierto, de toda la historia de la música pop, junto a Wake me up before you go go, de Wham, y todo el repertorio de las Spice Girls (nota: tomar apuntes para un artículo sobre el pop tontorrón).

 

 

Convocatoria de Miguel Bosé para asistir a la manifestación en contra de ponerse la mascarilla / TWITTER

No sabemos si Miguel Bosé se considera un jubilado de la música o si prepara en silencio un nuevo disco, pero ya lleva cierto tiempo saliendo en la prensa por motivos extra musicales: que si el exnovio (al que mantuvo oculto durante 26 años), que si los hijos vía vientre de alquiler, que si la tripa a lo Johnny Rotten, que si venga kohl en los ojos para parecer un Mefistófeles de la tercera edad… Da la impresión de que con el virus se le ha ido la flapa del todo y le ha dado por iniciar una extraña carrera de telepredicador que, francamente, no va a llevarle a ninguna parte razonable. Lo de Loquillo ha sido un calentón que se soluciona pidiendo disculpas (los que lo conocemos y apreciamos ya estamos acostumbrados a sus salidas de pata de banco y no se las tenemos en cuenta, pero los que lo odian se han apuntado ipso facto al linchamiento en las redes sociales), pero lo de Bosé da la impresión de ser más duradero y, por consiguiente, grave.

No hay que descartar que el hombre esté sufriendo una crisis vital, amenaza a la que todos estamos expuestos (yo disfruto de una cada año desde que tengo uso de razón). Su separación no fue especialmente amistosa, su madre murió recientemente, está a un paso de la edad legal para la jubilación… Motivos no le faltan para zumbarse un poco, pero ponerse en ridículo no debería ser la conclusión lógica y deseable de una posible crisis espiritual, y nadie le obliga a grabar vídeos ominosos sobre los horrores que se nos vienen encima. Creo que ya le va tocando atrapar a Don Diablo y decirle que se acabó lo que se daba (y de tirar el kohl a la basura, pero ahí ya no me quiero meter).