Meritxell Batet
La nueva presidenta del Congreso de los Diputados no habría podido tener un estreno más difícil que el que le han procurado los diputados independentistas catalanes en la toma de posesión de su escaño. A los recitales ya conocidos e inútiles del "por imperativo legal" se añade ahora el de "preso político", lo que enciende a los diputados del PP, de Ciudadanos y, por supuesto, de Vox. La bronca, el ruido y los malos modos se materializaron en el primer día de la cámara de la XIII legislatura, el de su constitución.
Meritxell Batet ha superado la prueba con mano firme e inteligencia para evitar que el alboroto se transformara en gamberrada y arruinara la primera sesión, un desafío al que deberá enfrentarse a menudo a lo largo de la legislatura. La Mesa del Congreso deberá decidir ahora si los electos procesados deben ser suspendidos en sus funciones y si los diputados de Vox podrán seguir sentados en el cogote del Gobierno como hicieron ayer en un gesto muy significativo, más de que de su ideología, de su talante.