Iñaki Urdangarin
En cierta manera, el exduque de Palma ha pagado los platos rotos. Pero no solo los que otros rompieron: él también participó en la fiesta. Quizá fue suficientemente ingenuo como para que la justicia le haya hecho pagar, en términos proporcionales, mucho más que a otros tan aficionados al dinero público como él.
Lo que no puede alegar, en cualquier caso, es que su papel de intermediario le exima de culpa. ¿Para quién intermediaba si no para él?