El abogado Emilio Rodríguez Menéndez / EP

El abogado Emilio Rodríguez Menéndez / EP

Examen a los protagonistas

Emilio Rodríguez Menéndez

El liante máximo

Publicada
Actualizada

Aunque el refrán anglosajón aconseja que, si no tienes nada bueno que decir de alguien, lo mejor es que no digas nada, especialmente si se trata de un difunto, lo cierto es que hay muertos y muertos, y algunos son de traca, hasta el punto de que, cuando se despiden de este mundo cruel, resulta difícil mantenerse callado. Es el caso del atrabiliario abogado español Emilio Rodríguez Menéndez (Madrid, 1950 – 2025), personaje bigger than life (aunque tal vez no en el sentido habitual de esta expresión angloparlante) que nos dejó súbitamente este viernes tras una vida escindida entre el escándalo permanente y las actividades más chuscas posibles.

Nuestro amigo Emilio fue lo que viene siendo un abogado mediático. Tanto por los casos de los que se hacía cargo como por su tendencia al espectáculo, que satisfacía con su presencia constante en los medios de comunicación, como por las tribulaciones de su vida privada, incluyendo la sentimental, si no es que este adjetivo le queda grande (o lejos) al sujeto. El señor Rodríguez Menéndez se empezó a hacer famoso cuando se hizo cargo de la defensa de La dulce Neus, un ama de casa catalana que, harta del mal carácter de su marido y la vida perra que les daba a ella y a sus hijas, convenció a una de ellas para que lo asesinara una noche, mientras dormía.

También le dio juego la defensa de Antonio David Flores, guardia civil expulsado del cuerpo por quedarse el dinero de las multas que ponía, cuando este andaba metido en la separación de Rocío Carrasco (más conocida como Rociíto), hija de Rocío Jurado, gran dama de la canción española. O la de El Dioni, el agente de seguridad de un banco que se fugó a Brasil con toda la pasta que llevaba en el furgón blindado. También se especializó en la defensa de asesinos en serie, ya que alguien tenía que hacerse cargo de esos animalitos de Dios.

Rodríguez Menéndez tenía una debilidad por los medios de comunicación. Por eso se hizo con el diario Ya y lo acabó de acompañar a la ruina con exclusivas fantabulosas, como la entrevista a Antonio Anglés, sospechoso del asesinato de las llamadas Niñas de Alcasser (suceso atroz que hizo la fortuna de Pepe Navarro y su programa de televisión Esta noche cruzamos el Misisipi), quien andaba huido por Portugal, lo cual hubiese sido un scoop del copón de no ser porque era falsa, ya que el emprendedor señor Rodríguez se inventó la conversación con el periodista y el de las fotos era un modelo argentino que tenía un aire al criminal en fuga. Después de eso, creó su propio semanario de sucesos, Dígame, que utilizaba para sus trapisondas y venganzas personales, como pudo comprobar la mocatriz (modelo, cantante y actriz, según el descacharrante dúo cómico-musical Ojete Calor) Malena Gracia, con la que salió una temporada, antes de descubrir que la interfecta atendía a caballeros en privado, lo cual demostró colocando cámaras en el hotel donde prestaba sus servicios sexuales y publicando las fotos en la portada y el interior de su prestigiosa publicación. No tuvo mejor suerte nuestro Emilio con su tercera esposa, Laura Fernández, quien contrató a un sicario para que se lo quitara de en medio (no lo logró, pues el audaz leguleyo se libró del atentado con un balazo en una nalga).

Hubo condenas, provocadas habitualmente por su tendencia al timo y la estafa. Se fugó en un par de ocasiones y hasta emigró a la Argentina a esperar la prescripción de su travesura de turno. Viendo cómo funcionaban la ley el orden en España, fundó su propia organización política, el Partido Socialista de la Justicia, que no duró mucho, pero ya se sabe que el que hace lo que puede (por sí mismo) no está obligado a más.

Últimamente guardaba un perfil más bajo de lo normal y ya no oíamos hablar de él. Creo que la industria cinematográfica española ya tarda en rodar su merecido biopic, que podría ser una comedia negra de muchos bemoles que para sí la quisieran los hermanos Coen.