
Barcelona, durante el apagón Barcelona
El lunes no sólo los ciudadanos y las empresas se llevaron un susto de muerte cuando un poco después del mediodía la corriente eléctrica desaparecía de nuestro alrededor y, con ello, todos los servicios dependientes.
En el Gran Casino de Madrid, el Icex, organismo público dependiente del Ministerio de Economía, celebraba su Invest in Spain Summit. Unos 75 representantes de inversores extranjeros y de multinacionales con interés en España habían sido convocados a un acto que inauguró el rey Felipe VI y que debía clausurar más tarde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Pero no sólo el monarca y el presidente andaban pendientes de atraer el interés de los inversores foráneos, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y el de Industria, Jordi Hereu, participaban con sus respectivos equipos en la cumbre para seducir al capital exterior.
Pero la luz se fue y tras la intervención de una vicepresidenta de la tecnológica HP se hizo la oscuridad. Los invitados que venían a comprobar la solvencia del país tuvieron que usar las linternas de sus teléfonos móviles para proseguir y moverse. Los teléfonos fueron utilizados, incluso, para alcanzar la calle desde dentro de las decimonónicas instalaciones del Casino de la capital.
Los representantes gubernamentales estaban sonrojados ante los acontecimientos. El acto tuvo que suspenderse y, por supuesto, Sánchez no acudió a la clausura y el casi centenar de inversores extranjeros abandonaron el lugar camino de sus hoteles u oficinas.
La impresión que todos ellos se llevaron de su estancia en la cumbre fue de sorpresa. “Márketing negativo –explicaba un miembro de la organización—, si queríamos explicar que España es un país serio, sin problemas, con seguridad jurídica y un entorno estable… nos hemos cubierto de gloria”.