A Willy no le gustaba Roger Grimau. Está claro. El año pasado, el Barça de basket fue un equipo con muchos altibajos. En Mónaco, en un partido de Euroliga, Hernangómez le dijo a su entrenador que "no me calientes la oreja, que te quedan dos telediarios". El extécnico azulgrana ha afirmado que el incidente que avanzó Bar Canaletes fue real. Grimau puso en el foco a Willy a pesar de que ya había pasado todo un verano desde su despido.
Pablo Laso, otro entrenador de Hernangómez, el que le hizo debutar en el Real Madrid, atizó a ambos por lo sucedido. Al pívot lo calificó como "bastante subnormal". Sobre Grimau, afirmó que "para que eso ocurra, el entrenador tampoco lo tiene que permitir". "Seguro que hubo cosas en el camino. No se llega a situaciones de esas así como así. Si llegas a ese punto de fricción es porque no has hecho bien tu trabajo. Yo no llegaría nunca a una situación así. O sigue él o sigo yo", agregó.
Willy alza la voz
Hasta el momento, Hernangómez era el único sin hablar. Joan Peñarroya, su nuevo entrenador, reveló haber pasado página y admitió que el comportamiento de su jugador está siendo excelente. El interior español, finalmente, se ha pronunciado sobre el tema, con dardo a Grimau incluido.
"Peñarroya es un entrenador que tiene mucho carácter, muy exigente y que te corrige y te recompensa. Siempre me han gustado los técnicos exigentes", aseguró el pívot. "Tenemos que aspirar a estar en todas las finales y ganar algún título porque el club siempre intenta mejorar y creo que tenemos totalmente mejor plantilla y entrenador", reflexionó Willy, con la imagen de Grimau en la retina.
Pasa página
Posteriormente, Hernangómez rebajó el tono. Fue preguntado sobre la polémica en específico y reflexionó que "ese ruido está olvidado, estoy centrado en este nuevo Barça". "Soy una persona tranquila. No voy a decir nada", continuó.
"Fue mi entrenador y un gran jugador del Barça y nada más", destacó. Willy, sin embargo, desveló que Pablo Laso lo llamó para pedirle perdón por haberle insultado. Entre Laso y Grimau hay un mundo. Al menos para Hernangómez.