Que el fútbol es un negocio que mueve miles de millones no es ningún secreto. Desde hace varios años se han puesto en tela de juicio los valores del deporte rey. El dinero es el principal motor de una maquinaria tan pesada. En Europa están los mejores clubes del mundo, tanto en el masculino como femenino. El fútbol europeo continúa siendo la punta de lanza del panorama futbolístico, en parte dado por su historia y el inherente poderío económico de sus clubes más importantes. En el fútbol masculino, Arabia Saudí y Qatar quieren acceder a la élite del deporte a base de talonario. El fútbol femenino puede estar viviendo una situación similar con el auge en la inversión de Estados Unidos y México.
Las ligas estadounidenses y mexicanas poseen numerosas similitudes con Arabia y Qatar, algunas un tanto peligrosas. Lo sucedido en los países árabes puede servir de ejemplo de lo que puede ocurrir en EE. UU y México. A día de hoy, solamente el fútbol inglés puede hacer frente a la oleada de clubes saudíes, cataríes, norteamericanos y mexicanos que pretenden expoliar el fútbol europeo.
Modelo de propiedad
En el fútbol femenino ha surgido una nueva personalidad que pretende monopolizar el negocio: Michele Kang. La magnate de Corea del Sur es accionista mayoritaria del Olympique de Lyon, del Washington Spirit de Estados Unidos, entrenado por Jonatan Giráldez, y el London City Lionesses de Inglaterra. Este modelo de propiedad es parecido al implementado por el City Football Group, cuyo dinero proviene de los petrodólares de Qatar.
Al igual que ha hecho el City Football Group con clubes como el Girona FC o el New York City, la mandataria coreana ha creado una propiedad mundial multiclub en el fútbol femenino, la primera en la historia. Kang ha sido inteligente en cuanto a los países en los que ha decidido invertir: Estados Unidos e Inglaterra son las ligas de fútbol femenino con mayor potencial. El Olympique de Lyon es un equipo histórico que compite todos los años por alzar la Women's Champions League.
Arabia y Qatar, países polémicos
Arabia Saudí y Qatar han optado por el 'sportswashing'. A través del deporte, ambos países pretenden lavar su imagen de cara al resto del mundo. La Copa del Mundo de 2022 es un claro ejemplo de ello. Arabia Saudí ha llevado el 'sportwashing' a otro nivel. El Fondo de Inversión Pública saudí (PIF) ha adquirido los cuatro clubes más importantes del país, y ha comenzado su plan de convertirla en una de las mejores ligas del mundo. Su primer fichaje de renombre fue el de Cristiano Ronaldo a principios de 2023. Además del crecimiento de su competición doméstica, Arabia Saudí tiene en propiedad al Newcastle United, de la Premier League. Desde la adquisición del club inglés a finales de 2021, los 'magpies' han disputado la Champions League.
A diferencia de lo que ocurre con Arabia Saudí y Qatar, jugar en Estados Unidos o México no supone un dilema moral. Son países con mayores libertades y más respetuosos con los derechos de las personas.
Prototipo de fichaje
El perfil de futbolista suele ser el mismo en ambos casos. Dotados de músculo económico, dichas ligas ofrecen cuantías irrechazables por estrellas que, al entrar en el ocaso de sus carreras, saben que están ante su último gran contrato. Dos ejemplos claros son los del mencionado Cristiano Ronaldo al Al Nassr o Jenni Hermoso, ambos pioneros en el fenómeno que se plantea en la actualidad. Se dan excepciones, como el joven Gabri Veiga u Oshoala en sus años de plenitud, pero todas estas ligas están plagadas de cracks que a partir de la treintena buscan un contrato lucrativo en una liga de menor exigencia que las de Europa.
Estas ligas no solo firman a agentes libres, también ofrecen enormes cantidades a los clubes europeos en concepto de traspasos. Desde el lado vendedor, los equipos no se oponen a ello, y son conscientes de que se ha abierto otra ventana de oportunidad para acordar una salida que les beneficie económica y deportivamente.